Religión y terror

Vivimos un interesante resurgir del género de terror. Imitando el éxito de ciertos éxitos cinematográficos, algunos autores exploran nuestros miedos a través de espeluznantes viñetas.

Religión y terror

Religión y terror

Florentino Flórez

Florentino Flórez

Es de justicia comenzar con un caso nacional, el de El Torres, un guionista que lleva años haciendo la guerra por su cuenta, descubriendo a autores como Walta o Sanna y publicando con su propio sello en Estados Unidos y España. Siempre lo he considerado uno de los mejores guionistas de cómics de este país. Sin embargo, nunca aparece en ninguna lista de premios ni la crítica lo tiene especialmente en cuenta. Y es que El Torres hace algo que está prohibido: busca un público masivo con tebeos populares y de género. Salta con facilidad de la espada y brujería al puro terror y evita cualquier tentación indie. Así es imposible que las niñas de la FNAC se fijen en él. Recuerden que vivimos una peculiar paradoja. Durante el franquismo el cine y el cómic eran medios de masas. Había lectores y espectadores dispuestos a consumir lo que luego se consideraron «españoladas» y productos de muy bajo nivel cultural. Cuando los comisarios se hicieron con el mando, el pueblo salió corriendo. Ahora se nos explica que nuestros autores facturan tremendas obras maestras... que no interesan a nadie. Mi explicación se ahorra ciertos factores adicionales, como la multiplicación de los medios, con la aparición de los videojuegos y de unas pantallas multiformato que, lógicamente, han dividido la atención de los posibles espectadores/lectores. Pero la actitud elitista y anti-género no ayuda a despertar el entusiasmo de los posibles seguidores, pueden creerme.

Portada del libro 'Roman Ritual', de El Torres, Jaime Martínez y Sandra Molina. Karras Comics, 120 páginas, 20 euros.

Portada del libro 'Roman Ritual', de El Torres, Jaime Martínez y Sandra Molina. Karras Comics, 120 páginas, 20 euros. / DM

A lo que iba, El Torres crea artefactos narrativos muy entretenidos y que además no ofenden nuestra inteligencia. Sus tebeos sobre posesiones diabólicas no solo nos enganchan con imágenes tan impactantes como la del Papa poseído. Es que además sabe engarzar muy bien ciertos miedos mundanos, como las matanzas étnicas o la pederastia encubierta por las instituciones, con su trama de curas, monjas y demonios. Maravillosa esa punch line en el segundo volumen: «Dios existe», una frase que se convierte en un puñetazo a la cara del malo.

Portada del libro 'La moneda de plata', de Michael Walsh, Kelly Thompson y otros. Panini Comics, 128 páginas, 20 euros.

Portada del libro 'La moneda de plata', de Michael Walsh, Kelly Thompson y otros. Panini Comics, 128 páginas, 20 euros. / DM

Otro tebeo que explora el lado oscuro de la religión es «Siete niños», aunque con peor fortuna. El dibujo de un Jae Lee completamente reinventado es la principal razón para comprar este recopilatorio. Diseña unas páginas fragmentadas visualmente muy convincentes, que encajan bien con su minimalista grafismo. El problema es que el guión no está a la altura. Se juega con la idea de una segunda venida de Cristo. Nacen siete niños que son señalados como hijos de Dios por un supuesto profeta. Luego un grupo terrorista islámico los va liquidando. En un determinado momento el relato se gira y los aparentes lobos se tornan corderos. El momento más difícil de tragar es cuando una profesora del Islam convence al jefe de la célula para que no mate a uno de los Jesuses, recordándole el deber de hospitalidad y la necesidad de perdonar a los descarriados. La cosa alcanza tal grado de delirio woke que lo que aterroriza no es tanto lo que sucede en el relato sino lo que tiene de síntoma cultural. Especialmente en unos días donde todavía sentimos el impacto por el ataque de Hamás a Israel y el descarnado poder del antisemitismo en nuestras sociedades. Eso sí que da miedo.

El arte está muy por encima de la escritura, como demuestra como ejemplo el capítulo del parto

Religión y terror

Religión y terror / DM

Acabo con un terror más primario y satisfactorio. El que propone Michael Walsh en «The Silver Coin». Juega con la idea de «la moneda maldita», una pieza que va pasando de mano en mano, transmitiendo su maldición a los desdichados que se topan con ella. En casi todos los casos se trata de un deseo que se concede... con insospechadas y sangrientas consecuencias. Primero conviene alertar sobre el carácter gore de la historia. Hacía tiempo que no veía tanta sangre y vísceras en unas páginas de cómic. Los guiones son irregulares, fruto de la imaginación de diferentes autores, pero al menos son breves y no se interponen en el camino de un dibujante en estado de gracia. Walsh es el creador del concepto inicial y también escribe algunos episodios. Y su dibujo es fabuloso, despreocupado, feroz, una auténtica gozada. Ya llevan tres volúmenes y les aseguro que se devoran sin reparos. El arte está muy por encima de la escritura, como demuestra por ejemplo el capítulo del parto, no apto para estómagos sensibles. Pero no obstante abundan los episodios donde texto e imagen se sincronizan creando maravillas como el episodio del Restaurante o el del músico, en el primer volumen. Walsh es un dibujante en la línea de Mazzuchelli, Bernet o Samnee, con un entintado muy fresco y especialmente dotado para el terror. Lo van a disfrutar.

Portada del libro 'Siete hijos', de Windom, Mao, Jae Lee y Chung. Moztros, 120 páginas, 24 euros.

Portada del libro 'Siete hijos', de Windom, Mao, Jae Lee y Chung. Moztros, 120 páginas, 24 euros. / DM

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