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Poesía

«Comprendemos el futuro»

Marcos Augusto se acerca a los filósofos para entender esas certezas del mundo

Marcos Augusto Lladó. B. RAMON

La aparición en las librerías del poemario Barriga, justo tras el confinamiento, fue un éxito de colas; era un libro muy bien editado por Cántico que se vendió y del que se habló con profusión. Por eso, quizás, sorprendió más que poco tiempo después, volviera Marcos Augusto a la carga con un nuevo libro, Suceden tardes, esta vez con la editorial Sloper. O no, porque hemos vivido tiempos de espera, de reflexión interior y de orden, y de ahí salió un material que conformó en primer lugar Barriga, esa reflexión sobre el tiempo manifestada de forma tan visceral en el título.

El tiempo que trastoca el cuerpo es también el tema con que comienza Suceden tardes, con lo que recuerda el punto de vista de aquel otro, Barriga, que juega a incluir, como poema, en una alusión al acto de dedicar el libro en papel, en ese «trazo azul de la firma». El tiempo que vive el poeta trascenderá la corporalidad; lo hace en la dicotomía entre lo digital y lo analógico, y de manera más consciente, en la elección entre el poeta anciano («la paz del cuerpo que duerme») y el poeta joven («es potencialidad que espera»).

Más allá de ese concepto de deterioro temporal, Augusto se acerca a los filósofos para entender esas certezas del mundo. Con Zygmunt Bauman se acompaña para captar la liquidez, esa cadencia silenciosa: «Intento comprender la disposición / y el orden naciente de las cosas: / las construidas, las que caen / y las que permanecen todavía.»

Suceden tardes dedica su segundo bloque a ese devenir, «vive en cada uno de los perfiles», para adentrarse en los apartados tercero y cuarto en La oscilante geometría de una casa, donde comienza la construcción de futuro, del futuro, en una visión esperanzada: «Son esos los materiales sobre los que construir / un sencillo anuncio de materia y tiempo nuevo». El tema central de este conjunto de poemas es la casa, siempre desde el tránsito. La casa como hogar que −cita de Maeve Brennan−, «es un lugar de la mente».

La casa que es un símil por la que pasan los tiempos, donde «todo se ha convertido en casa / y la casa, silenciosa, esta en todo», porque es donde el poeta ordena su vida, replicando la fuerza de la casa. Se refiere a una casa recibida en herencia −ah ese pasado− que, humilde, se impone a una reforma y a una nueva vida con que habitarla. El tiempo, ahora, visto como futuro; comprendido: «comprendemos el futuro / de una forma orgánica y leve». Lleno de esperanza.

Desde el tiempo como único argumento de la obra, este poemario quiere ser un homenaje a Jaime Gil de Biedma; una cita de su Retrato del artista en 1956 abre el libro: «el hecho de sucederse presta a mis días una ilusión de coherencia». Porque, como dijo el poeta homenajeado: «Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde». Por suerte, Marcos Augusto transita hacia un futuro de esperanza.

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