Los dos primeros vinos, un blanco y un tinto, de la añada 2008 de la nueva bodega Angel, situada en una finca de las afueras de Santa Maria, acaban de ser embotellados. Su propietario, Andreu Gelabert Jr., nacido en Palma aunque con larga estancia en Estados Unidos, ha logrado materializar su sueño enológico de adolescente. Y lo ha hecho en la tierra de sus mayores, frente a un paisaje emblemático de la Serra Nord mallorquina, dominado por los puigs de Alaró y de S´Alcadena, que confiere a sus viñas un microclima especial, contando también con el resguardo cercano de las lomas de Santa Eugènia. Con la incorporación del nuevo celler, la D.O. Binissalem, en la que se incluyen sus vinos, reúne quince firmas del sector. Mallorca suma ya 52 bodegas y Balears, en su conjunto, 65. De momento.

"Entre los proyectos que teníamos al volver a Mallorca estaba llegar a disponer de viña y una bodega. Se materializó en parte al adquirir y recuperar una antigua finca, en el municipio de Santa Maria, en 2006. Luego comenzó a desarrollarse la idea de construir la bodega, dentro de unas líneas clásicas muy en consonancia con la arquitectura rural de la zona y de las centenarias casas de la propiedad", explica Gelabert Jr.

Cuando la familia Gelabert –el padre es propietario del Gran Hotel de Sóller y Son Amar– se hizo cargo de la finca, la viña reunía pocas hectáreas cultivadas, de las que se ha mantenido una con cepas de cincuenta años y tres y media com parrizas de veinte años. Todas de Manto Negro. Ahora disponen de diecisiete, donde se cultivan parceladas variedades como Prensal Blanc, Chardonnay, Merlot, Cabernet Sauvignon y Viognier; esta última una apuesta personal de Gelabert Jr.

Los primeros vinos de Angel son un blanco elaborado con Prensal Blanc y Chardonnay y un tinto, con cuatro meses de crianza en barrica, dominado por el Manto negro, con menores porcentajes de Cabernet Sauvignon y Merlot. Ambos caldos se elaboraron con uvas de la finca, aunque en otra bodega mallorquina, al estar en obras la suya. La próxima añada, algo adelantada por los calores de julio y con buenas perspectivas, podrá elaborarse en sus instalaciones, finalizada su puesta a punto.

La bodega tiene capacidad para elaborar cerca de trescientas mil botellas. De momento, y con sólo doce mil litros elaborados en su primera vendimia, la meta de Angel es alcanzar los cien mil embotellados en los próximos años. Dominarán los vinos de coupage, con protagonismo de las variedades mallorquinas, combinadas con las mejores foráneas, especialmente francesas, siempre con sello propio y alta personalidad.

Andreu Gelabert Jr., mallorquín que habla con cierto acento norteamericano, vivió en California y estudio en Texas, iniciando sus conocimientos enológicos en la Universidad de aquél estado; en la que también dejaron su huella, incluso en sus campos, los franciscanos que siguieron a fray Junípero Serra. "Llegué de niño a los Estados Unidos y allí me hice hombre, viviendo momentos muy felices. Aunque no renegaré de esta parte de mi vida, mis raíces están en Mallorca, especialmente en Alaró, cuyo paisaje es lo primero que veo cada mañana al levantarme", comenta el nuevo vitivinicultor isleño.

El edificio principal de Angel podría ser confundido desde el exterior con un iglesia de rústicas y simple líneas. En la primera planta se encuentra la zona de depósitos de acero inoxidable para la fermentación. En sus amplios sótanos reposará el primer lote de cien barricas de roble americano y francés de que dispondrá para sus vinos de crianza. La fábrica se forró con la piedra encontrada en las excavaciones realizadas en sus alrededores, pues como indica Gelabert Jr. "tuvimos mucha suerte, ya en la excavación realizada para ubicar el sótano de crianza, sólo encontramos tierra, lo que facilitó las cosas".

En el lateral que mira a la Serra de Tramuntana se situó un arco gótico, construido con piedra tallada encontrada en la finca y de procedencia medieval. Lo que fue el cobijo de las ovejas de la propiedad, con la consiguiente adecuación, se ha convertido en zona de embotellado y expedición. Junto a la bodega y las viñas se alza un conjunto arquitectónico, con aire californiano-mallorquín. En un ala se encuentra la residencia que Gelabert Jr. comparte con su mujer, de Sóller, como su abuela paterna. Al otro lado está la oficina, zona de catas y futura tienda, pues la idea es "mostrar nuestra propuesta, algo arriesgada, pero entroncada con un entorno muy determinado y determinante". En la planta superior funcionará un salón de eventos. La finca dispone de una zona ecuestre, pues su padre, Andrés Gelabert, es un apasionado de los caballos.