–¿Elegiría a Woody Allen como clarinetista para su banda?

–La gente tiene ganas de cargarse a Woody Allen como músico. Es cierto que hay grandes clarinetistas en el mundo, pero eso no significa que sea una patata. Tiene repertorio y sabe improvisar, aunque le falta un poco de técnica. Sabe que sin su carrera como cineasta no le escucharía nadie, pero vive la música de un modo ejemplar.

–¿Cómo supo el ganador de tres Oscar de su música?

–Fue casualidad. Yo fui a dar unas clases de improvisación a la Universidad de Boston poco antes de que él empezara el rodaje de Vicky, Cristina, Barcelona y entre los asistentes al curso figuraba una persona de su entorno. Al poco tiempo esta persona, músico contrabajista, me aseguró que le haría llegar todos mis cedés y me prometió que los escucharía. Imaginarme a Woody Allen escuchando mis canciones en su ático de Nueva York me causó una ilusión tremenda.

–¿Cómo se comunicó con alguien tan reservado?

–El señor Allen es muy reservado, pero también muy inteligente. Tocamos juntos en dos recitales improvisados en Barcelona y apenas hablamos. Con la mirada ya nos entendíamos. Es una leyenda, un mito, pero tiene los pies en el suelo. Todo el equipo que le rodea es muy humano, al contrario de Michael Jackson, a quien le ha pasado lo que le ha pasado, porque no tenía muchos amigos.

–El día 31 de julio se le podrá escuchar en Ses Voltes. ¿Por qué se le ve tan poco por la isla?

–Actúo poco en Mallorca, menos de lo que quisiera. Será porque no me llaman. El concierto de Ses Voltes será muy chulo. Conmigo estará uno de los mejores violinistas de la escuela de Stéphane Grappelli, el holandés Tim Klibhuis, un número 1 del jazz manouche (también conocido como gipsy jazz o jazz gitano). Interpretaremos temas propios y de Django Reinhardt.

–El faro que guía su música.

–El jazz se lo debe todo a Django Reinhardt. Sus florituras armónicas son únicas. Maravilló a los americanos, que nunca se las habían imaginado. Como guitarrista de jazz lo inventó todo. Era una fuente inagotable de creación. En su tiempo vivió en la cresta de la ola, como Michael Jackson, pero murió cuando se estaba reinventando.

–¿Cómo se ve Mallorca desde Barcelona?

–Con nostalgia. Añoro pasar un verano entero en el port de sa Colònia, como hacía de pequeño. Todos los mallorquines conocemos los desastres que le hemos hecho a esta isla. Que no se repitan. Mallorca tiene una reputación bestial. Desde fuera la ven como un paraíso, no como una isla tocada por los excesos de la construcción.

–¿Cómo se imagina un filme ´Vicky, Cristina, Palma´?

–No me imagino el argumento, pero la música que hice para Woody Allen (Vicky, Cristina, Barcelona) podría servir. Soy un enamorado de Palma, una ciudad muy mediterránea, con unas medidas justas y un encanto envidiable.

–¿Le gustó la película?

–El argumento no iba mucho conmigo. Algo había de desconexión que no acabé de entender. Es una película rara. Hay filmes de Woody Allen que me enganchan más que éste, por ejemplo Misterioso asesinato en Manhattan.

–¿Por qué decidió instalarse en Barcelona?

–Mallorca es muy pequeñita y si eres músicos siempre estás yendo y viniendo con el avión. En la isla los circuitos son muy cerrados. En Barcelona encuentras más facilidades al ser una ciudad continental.

–Su nombre siempre irá ligado al de Woody Allen. ¿Una lectura siempre positiva?

–Sirve para el curriculum y abre algunas puertas. Con Steve Spielberg habría conseguido más dinero, pero a nivel musical la recompensa hubiera sido menor. Woody Allen es un enamorado del jazz, como siempre ha demostrado en sus trabajos.

–Biel Ballester Trio, reconocido en Europa y Estados Unidos, e ignorado en España.

–Yo no diría ignorados, pero sí creo que tendríamos que estar un poco más reconocidos. En el mundo del jazz no es suficiente el talento, hace falta que alguien como Woody Allen se fije en ti. Hace dos años éramos los mismos, igual de buenos, o de malos.

–Bolero, rumba, tango, bossa nova... ¿El jazz casa con cualquier estilo?

–Sin duda. Mi grupo se mueve en ese terreno, el de la mezcla. La estética Django es una apuesta por la apertura.

–¿Cuándo le podremos escuchar en el Festival Jazz Voyeur?

–De momento no se ha interesado por nosotros, pero sí que estuvimos hace dos años en una gran cita jazzística en Mallorca, el festival de sa Pobla, donde tocamos con Stochelo Rosenberg.

–Recomiende un disco para este verano.

–Uno de Space Cadets, un grupo de rock inglés con el que uno pasa un buen rato.

–¿Cuándo publicará nuevo álbum?

–Entre concierto y concierto está previsto sacar un disco de canciones propias, que sería el cuarto en mi carrera; y otro de versiones de todas las músicas que nos gustan, canciones que nos han marcado, de U2, Beatles, The Police, Loquillo o Los Secretos.