En 1971, los diarios estadounidenses publicaron el siguiente cómic: Charlie Brown y Linus apoyados en un muro. Linus dice: "Bob Dylan cumple 30 años este mes". Pausa. Entonces responde Charlie Brown: "Eso es lo más deprimente que he oído jamás". No sabemos qué piensa Charlie Brown de que Dylan tenga ya 66. Pero, en cualquier caso, el Bob Dylan de aquella época ya no es el de ahora. El astro del pop se ha vuelto a reinventar a sí mismo varias veces desde entonces.

Este eremita que durante años se negó a conceder entrevistas siempre ha hecho lo que menos se esperaba que hiciera. Primero fue cantante de música folk con su armónica y después tomó la guitarra eléctrica, haciendo que muchos fans lo tacharan de traidor. Pasó de ser una de las voces de la generación del 68 con sus canciones de protesta como Blowin´ In The Wind a convertirse al cristianismo y cantar sólo gospel. En los noventa, cuando el público lo daba por perdido y la crítica lo consideraba un loco, volvió a sacar álbumes que fueron celebrados por todos como obras maestras. El año pasado presentó el álbum número 31 de su carrera, Modern Times, el primer disco de estudio en cinco años, y volvió a triunfar.

"Ahora sé que jamás entenderé a Dylan", dice la ex ´reina de la canción de protesta´, Joan Baez, que le hizo famoso a principios de los sesenta. "Y lo mismo les ocurre a muchos, entre ellos al propio Dylan".

En referencia a una cita de Bertold Brecht, el cantante, cuyo verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman, dijo una vez: "Sea quien fuere el que están buscando, yo no soy". Su enigmática personalidad es seguramente una de las razones por las que Dylan ha sido objeto en vida de numerosos estudios por parte de musicólogos, lingüistas, sociólogos e historiadores. Hace ya algunos años, un miembro del jurado para la concesión del Premio Nobel de Literatura confirmó que Dylan era un serio candidato al galardón. Para algunos, sus letras son casi demasiado buenas: "La mejor música es la que se dirige al alma, no al entendimiento", dice el escritor inglés y fan de Dylan Nick Hornby. "Y por alguna razón me temo que toda la veneración a Dylan es en cierto modo antimusical", añade.

Su voz ronca, en cualquier caso, no ha logrado convencer a todos. La revista Time escribió una vez que ésta suena "como si saliera de las paredes de un sanatorio de tuberculosis".