Los españoles acogieron ayer con expectación el privilegio de ver mejor y durante más tiempo que ningún otro vecino europeo el eclipse anular de Sol que ha hecho bajar la temperatura y la luz durante tres horas, en las que las observaciones improvisadas han cambiado la rutina del país.

El primer eclipse anular de Sol visible en buena parte de la península en 241 años, y que no se repetirá hasta 2026, impidió que la temperatura superase los 12 grados hasta las 11.00 horas, y convirtió una mañana otoñal despejada prácticamente en toda España en un amanecer de invierno.

Como estaba previsto, a las 09.38 horas, los habitantes de Pontevedra, en concreto Vigo, fueron los primeros en apreciar que el Sol presentaba un "bocado" oscuro por su parte superior, mientras que los de Alicante fueron los que dijeron, a las 12.30, adiós al fenómeno, menos visible que en el resto a causa de las nubes.

El eclipse fue visible en más de un 90 por ciento en Pontevedra, Lugo, Orense, Zamora, Salamanca, Valladolid, Avila, Segovia, Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca, Albacete, Valencia y Alicante, y en el resto ha sido parcial.

A los 400 astrónomos de todo el mundo que decidieron celebrar en España su congreso anual para coincidir con la observación del eclipse, se sumaron en una franja de 185 kilómetros de ancho comprendida entre Pontevedra y Alicante miles de ciudadanos que abarrotaron las observaciones convocadas por planetarios, ayuntamientos y universidades.

Allí, y en el resto de España, los lugares más concurridos fueron, sin embargo, las aceras y las terrazas y azoteas de oficinas y viviendas, donde entre las 10,50 y las 11.05, el momento en el que la Luna tapó mayor espacio del Sol, el espectáculo fueron las miles de personas con gafas y filtros mirando al mismo tiempo.