"Mi obra es mi vida, no es un juego, ni un pasatiempo estético", declara Luis Gordillo (Sevilla, 1934). "Para mí el arte es algo vital, es vivir, es hacerse uno mismo, sabiendo quién eres y qué lugar ocupas en la sociedad. Lo que ocurre es que eso hay que transformarlo en un lenguaje que pueda ser comprendido por los demás, por este motivo es tan importante la claridad del lenguaje artístico, porque de otra forma las obras no llegan, no se entienden", manifiesta el pintor.

Dúplex es el título de la exposición de Luis Gordillo que ayer a las 19.00 horas inauguró el Museu d'Art Espanyol Contemporani de la Fundación Juan March, una retrospectiva que reúne un total de 57 obras creadas por el artista sevillano entre 1964 y 2003, todas ellas en torno a la idea de la duplicidad. Las piezas proceden de varias colecciones particulares e institucionales, además de las colecciones de la Fundación Juan March y Luis Gordillo, y han sido seleccionadas por la propia fundación con la colaboración del pintor. El resultado de la selección es un amplio abanico de obras hechas con técnicas muy diversas: óleo sobre lienzo, acrílico sobre lienzo, lápiz sobre papel, técnica mixta sobre papel y sobre tabla, serigrafía, collage, fotocollage, fotomontaje sobre madera o estampación digital.

"En estas exposiciones retrospectivas hay una cosa que me llama la atención por encima de otras: el paso del tiempo, una sensación abrumadora que nubla la mente", confiesa Gordillo. "Me llama la atención volver a estudiar obras mías que ya tenía catalogadas en mi mente. Y sobre todo me causa sorpresa descubrir que las cosas siguen cambiando con el tiempo, que la historia, con los grandes y los pequeños acontecimientos, nunca termina de escribirse", manifiesta.

Volviendo la vista atrás, Luis Gordillo descubre nuevos significados en piezas que creó a partir de puntos de partida totalmente distintos. "Creía que mi obra de los años setenta, por ejemplo, era trágica y dramática", asegura. "Pero ahora la veo y no me encaja en esa estructura conceptual. Lo que también le ocurre al crítico Miguel Cereceda, que contempla mi producción con más distancia y ve en ella componentes irónicos, humorísticos y pop", relata. "Es curioso comprobar cómo la obra se escapa del proyecto del artista y adquiere necesidades propias. En estos momentos tengo esta sensación por primera vez en mi carrera", apunta.

El camino de las duplicidades, como el de las multiplicidades o el de las cabezas, es un atajo para atravesar a partir de un motivo cuarenta años de trabajo del pintor. "En todo artista es muy importante el autoconocimiento", señala Gordillo. "Todo artista quiere saber quién es y qué lugar ocupa en la sociedad. Aunque al crítico Miguel Cereceda le interesa más como el pintor crea formas donde la colectividad puede reconocerse, la obsesión de mi pintura ha sido ordenarme el mundo, pues nací al arte desordenado e informe y desde siempre he sentido la necesidad de organizarme, de controlarme, de saber quién soy, de mirarme en el espejo, de ahí la aparición de las duplicidades en mi obra", justifica. "Dicen que los niños pequeños se ven a sí mismos como elementos dispersos hasta que se ven reflejados en un espejo, que es cuando se reconocen como un conjunto", explica. "Eso también me ocurre a mí y tiene que ver con mi paso por el psicoanálisis en los sesenta. De ahí que entienda que en cualquier proceso siempre hay otro que escucha, con quien se juega al tenis, con quien se mantiene un constante diálogo".

Desde sus inicios en los primeros sesenta hasta hoy, Luis Gordillo ha sido una referencia para muchos pintores españoles. "He tenido la enorme fortuna de ser un artista con seguidores", comenta. "La nueva figuración madrileña me consideró en cierto modo su padre, pese a que yo no daba clases, e incluso en los sesenta ya tuve discípulos, como también los tuve en los ochenta y los noventa. Esa influencia significa a mi modo de ver que me mantengo vivo. Siempre he intentado hacer un arte renovado, pese a que la práctica de la pintura hoy pueda considerarse algo muerto, reaccionario y pasado de modo, lo que resulta bastante dramático, aunque hay esperanza, hay pintores que auguran una nueva década", señala.