¿Qué si me sorprende que el Fomento del Turismo haya cerrado filas en torno a su presidente, Pedro Iriondo, que acusó a los trabajadores sudamericanos y africanos de ser incapaces de vender las excelencias de Mallorca desde sus puestos de camareros y pinches de cocina de nuestros ilustres bares y restaurantes, lo cual nos llevará directamente a la ruina? ¿Qué si me sorprende que la vetusta asociación, lejos de desautorizar a su líder por las declaraciones despectivas hacia personas por su mero lugar de nacimiento, haya optado por censurar al presidente socialista de Balears, Francesc Antich, democráticamente elegido, por afearle tamaña afrenta a nuestros conciudadanos? Hombre, pues no. No sé si es que tengo mermada la capacidad de sorpresa. A mí lo que realmente me dejaría patidifusa es que, siguiendo el sabio razonamiento de Iriondo, Guardiola dejase de alinear a Leo Messi por argentino, o Mourinho a Higuaín ateniéndose a la misma circunstancia. Estupefacta me quedaría si, entre Diego Forlán y el presidente de Turismo, ustedes se fueran a una isla con el segundo. Esté desierta dicha isla o llena de gente con dos dedos de frente, como Mallorca. Mucho me maravillaría que el Fomento del Turismo no le otorgue una medalla al señor Iriondo en su próxima cena servida por personal uniformado de pura cepa, y más aún me llamaría la atención que la añosa entidad no reciba suculentas subvenciones procedentes de mis impuestos. Me sorprende la belleza de la luz en sa Foradada, el aroma de los almendros, y que se sigan vendiendo en las terrazas de la isla esas paellas unipersonales fast food, que son asquerosas te las descongele un camerunés vestit a l´ample, o te las sirva un paraguayo envuelto en nuestra bandera al ritmo de La Balanguera. En cambio no me sorprende nada que me claven cuatro euracos por una caña pequeña.

Me resulta, por otro lado, pasmosa la crítica de Iriondo a las líneas aéreas de bajo coste porque nos traen unos visitantes de baja estofa, un aserto impropio de cualquier dirigente turístico que no haya estado encerrado las últimas dos décadas en nuestras queridas Cuevas del Drac. Si el presidente del Fomento fuese como yo, inmigrante e hija de inmigrantes, habría aprendido muy pronto algo importante sobre la verdadera naturaleza de los ricos. A mí me la reveló mi madre cuando de estudiante trabajaba limpiando en una casa bien, y se me llevaban los demonios porque mis jefes eran más agarrados que un chotis por San Valentín: "Nena, los ricos son ricos porque ganan, pero sobre todo porque no gastan. Porque miran la peseta". Así se entienden muchas cosas. Como que nuestra reina doña Sofía se vaya a visitar a su hermano Constantino en Londres en Ryanair, o que el primer ministro británico David Cameron volase con EasyJet a Málaga la semana pasada para una escapadita con su esposa Samantha. Justamente mientras Iriondo se hacía un lío con todos los conceptos que un mandamás turístico debería dominar, Cameron se gastaba en tapas y visitas culturales en Granada la pasta que se había ahorrado volando barato. Porque miran el euro. Porque a lo mejor, lo que sucede es que el Fomento confunde el turismo de calidad, consciente y autogestionario, con los políticos, que usan la primera clase porque no la pagan ellos.

En fin, que me sorprendería mucho que Cameron esté equivocado y Iriondo acierte con su discurso periclitado y cansino. No me apostaría yo Gibraltar a que el segundo planta cara a la crisis mucho mejor que el primero.