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Libros, librerías y lectores

Para poner a salvo la condición humana

Manuel Rivas muestra las librerías como lugares de refugio en ´El último día de Terranova´

Manuel Rivas, autor de ´El último día de Terranova´.

Como un acto de amor a la escritura, y más en concreto a las librerías, Manuel Rivas (A Coruña, 1957), ha escrito El último día de Terranova. A través de la historia de la librería de ese nombre tan evocador, abocada al cierre, se hace un recorrido por nuestro pasado y presente. Una atalaya desde la que observar el mundo, que Rivas resume así: "Más allá de la compra venta y del intercambio de libros, es un lugar para el espacio de la memoria, la confluencia de lo real e irreal y un refugio para el libre pensamiento frente a los tiempos de sequía y miseria cultural. Mantiene la diversidad y la condición del ser humano con su derecho a soñar." Ediciones clandestinas y libros censurados sobre el magma del tiempo en manos de un librero que "es capaz de contar con la herramienta de la ironía para rebelarse frente al destino. La historia comienza con un final y un versículo apocalíptico: liquidación por cierre. Después llega la revolución del lenguaje en su interior y vendrá la memoria en rescate de una persona que no se rinde". En cuanto a la magnitud y potestad de los libros para modificar el mundo, el autor gallego señala que "frente a la idea de que son un simple entretenimiento o intrascendentes hay una realidad que dice que nos impactan como un golpe en la mandíbula, te zarandean y te hacen sentirte mejor. Después del optimismo de la Ilustración y las vanguardias llegó el escepticismo limitándolos al entretenimiento".

Tanto el narrador como el librero ven los libros como antídotos "contra el imperio del vacío, arcas con la chispa de la rebeldía". El periodismo también enseña sus cartas en la novela con su poder irreversible de la palabra ya que "el periodista desengañado cita a Kapucinski al afirmar que no es un oficio para cínicos, también a García Márquez que lo definía como el oficio más antiguo del mundo".

Al zozobrar una librería, que se mantenía como una especie de isla, se ponen en cuestión muchas ideas establecidas y tópicos. "La crisis de la librería es una metáfora sobre otras crisis: humanidades, libros, periodismo, económica, existencial€ Está en juego el futuro. El libro expone sus razones de ser frente a esas amenazas para ponerlas en duda". En Terranova están la literatura y la vida en un mismo espejo frontal con "una memoria que está en la tierra, es un bosque y humus. La idea de la memoria es un paralelismo con el viaje de Ulises de La Odisea. La memoria no es un fósil, sino un proceso que mira adelante. Nosotros hemos de ir a su rescate, es un proceso activo. Para que exista una novela ha de fermentar una realidad nueva. Sin ella no hay literatura ni imaginación". El último día de Terranova homenajea a diferentes escritores con el sello de la mitomanía porque "los libros rompen la inercia vital, con los ojos hablamos con los muertos, como decía Quevedo. En las librerías notamos un encuentro presencial entre iguales de personas y libros. Convivimos con Sófocles y Antígona, con Rulfo y Voltaire". Son un lugar físico y psicológico, se rompen abismos entre vida y muerte. "La presencia de escritores y obras forman parte de la urdimbre del libro, se incorporan a la realidad como una malla que evita que se derrumbe la realidad como una red para el trapecista. Más allá de las citas y la metaliteratura son como piedras para pasar un río", explica el autor.

Diferentes épocas históricas quedan ensambladas a la hora de modelar la novela en "embates históricos de distinto tipo e intensidad. La dictadura fue una amenaza para libros y las ideas, lo que hace que Terranova sea un lugar de autoexilio para libros prohibidos. En la Transición aparecen zonas oscuras y ocultas, que ponen en cuestión su fama de modélica. Algo inexacto, ya que parte de los problemas actuales vienen de esas taras e imputaciones; son zonas críticas que ponen de relieve su actitud conformista. En cuanto a la crisis actual es una forma de imposición de un modelo económico que abarata al ser humano y lo extingue con un capitalismo impaciente. La mirada literaria ha de ser siempre crítica". Igual que sucede en otras creaciones del autor gallego como ¿Qué me quieres, amor?, El lápiz del carpintero o Los libros arden mal, Galicia es eje volátil y punto de arranque hacia otros lugares como Argentina "porque tiene algo de lugar anfibio, una condición local y universal. Está esa relación primero con América donde pudo revivir toda la cultura española en su totalidad y pluralidad con la memoria sustraída. La España del exilio continuó creando con grandes editoriales. En ese renacer en la diáspora Terranova es un lugar de tránsito y puente hacia publicaciones como los Cuadernos del Ruedo Ibérico, bestia negra del franquismo, que la intentó destruir". El último día de Terranova posee arrestos y giros de poesía por ser "célula madre, más allá de género y formas, tiene que ver con la mirada. Se trata de poner las palabras, tantas veces maltratadas, en vilo y acción para que se levanten del suelo con la energía del deseo frente a Tánatos; es una acción ecológica". Sea como fuere, un último reducto de la palabra para un libro concebido con levadura.

MANUEL RIVAS

El último día de Terranova

ALFAGUARA, 280 PÁGINAS, 18,90 €

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