Las horas posteriores al crimen fueron de desenfreno y drogas. El presunto violador de Capità Vila no tuvo suficiente con agredir sexualmente en dos ocasiones, una de ellas a punta de cuchillo, a una vecina de Palma a la que también ató de pies y manos, amordazó, drogó con ansiolíticos, robó y quemó su casa. Tras el violento asalto que estuvo a punto de costarle la vida a la víctima el pasado 17 de octubre, se marchó de fiesta con varios jóvenes al Port d'Andratx. Allí, estuvo consumiendo grandes cantidades de cocaína hasta acabar en el suelo convulsionando. Pasó una noche de excesos y al día siguiente regresó a Palma.

El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional cazó al sospechoso en cuestión de horas. Se trataba de Richard H.D., un joven veinteañero de origen francés y cara aniñada que se había fugado del centro de menores de es Pinaret. Desde finales de octubre permanece en prisión provisional acusado de un rosario de delitos: allanamiento de morada, agresión sexual, detención ilegal, robo con fuerza, robo con violencia, incendio en casa habitada, tentativa de homicidio y quebrantamiento de condena.

Los agentes reconstruyeron con precisión las horas posteriores al crimen. Ahora, el magistrado de Palma que instruye el procedimiento acaba de hilvanar y dar las últimas puntadas para que el caso quedé bien cerrado y sin fisuras. Estos últimos días han declarado en los juzgados de Vía Alemania tanto la víctima como cuatro testigos. Estos testimonios han confirmado los días de drogas y desenfreno del supuesto violador de Capità Vila.

De hecho, cuando asaltó el domicilio de Palma parecía que "estaba drogado". El joven tenía las pupilas muy dilatadas y no dejaba de dar vueltas por el piso, según indicó la perjudicada. Incluso, él le aseguró que estaba "loco". La Policía sospecha que esa misma madrugada ya se había ido de fiesta.

Nada más perpetrar el golpe, sacó 600 euros en un cajero con una tarjeta bancaria que acababa de robar a la vecina de Palma, a la que había dejado atada y con su casa en llamas.

Gracias a este dinero, el muchacho compró droga. Según ratificaron otros jóvenes, Richard llamó a un conocido y le dijo que tenía cinco gramos de cocaína para consumir. Ambos quedaron en verse en el Port d'Andratx, pero el sospechoso no tenía cómo ir a la zona costera de Ponent. Al final, otro muchacho y un amigo hicieron de intermediarios y pasaron a recogerlo en coche por la gasolinera de la calle Aragón en Palma, pese que no le conocían. Así, le llevaron hasta un domicilio del Port d'Andratx.

Allí, varios jóvenes estuvieron consumiendo cocaína. Cuando se quedaron sin droga, el acusado y otros dos acompañantes decidieron acudir en coche al poblado de Son Banya, a las afueras de Palma, para comprar más sustancias. Luego, volvieron de nuevo al Port d'Andratx.

Los testigos recordaron que Richard les contó que tenía a una chica retenida, pero ninguno le creyó porque iba muy colocado. Además, señalaron que apenas le conocían. Días más tarde, cuando el caso salió en la prensa, entonces ataron cabos y se percataron de que efectivamente el supuesto violador de Capità Vila era él.

El joven encausado estaba tan drogado en el Port d'Andratx que incluso se cayó al suelo en la vivienda, se golpeó y empezó a convulsionar. Los otros muchachos se asustaron al verle en ese estado y lo sacaron afuera a la calle. Llamaron a una ambulancia para que le atendiera, pero cuando el vehículo de emergencia se aproximó, el afectado se despertó de forma repentina y empezó a correr despavorido. Según el relato de los testigos, Richard acabó arrojándose al agua, como si estuviera en un delirio. Más tarde, regresó al domicilio del Port, se quedó allí a dormir y, al día siguiente, volvió a Palma en autobús.

El acusado se dejó la tarjeta del banco que había robado en el piso de Capità Vila en la casa del Port d'Antratx. El documento fue cortado en pedazos y arrojado a la basura. La Policía recuperó la tarjeta y la recompuso. La víctima la reconoció sin dudar como también identificó al sospechoso, con sus tatuajes y su pulsera en el tobillo.