Tiene 20 años y una cara aniñada que no hace sospechar que pudiera cometer un delito tan grave. Ni sus tatuajes en el pecho, el brazo y en un costado le delatan. El pasado martes 17 de octubre cuando amanecía se coló en un domicilio en la calle Capità Vila de Palma con la intención de robar. La moradora del piso le sorprendió, lo que desencadenó una espiral delictiva que parecía no tener fin. En las tres o cuatro horas que permaneció en la vivienda, el intruso de rostro pueril supuestamente cometió un rosario de delitos: allanamiento de morada, agresión sexual, detención ilegal, robo, incendio en casa habitada, tentativa de homicidio y quebrantamiento de condena.

La víctima fue atada, violada en dos ocasiones y obligada a ingerir una docena de pastillas tranquilizantes para quedar sedada. Varios de los comprimidos los escupió como pudo, según su versión. Mientras tanto, el asaltante presuntamente pegó fuego al piso con un mechero. La perjudicada pudo liberarse de las ataduras a tiempo y corrió semidesnuda a pedir ayuda a un vecino. Así, logró salvarse de una muerte segura cuando su casa se quemabalogró salvarse de una muerte segura cuando su casa se quemaba. El autor de los hechos había huido con sus tarjetas bancarias y las contraseñas.

A partir de ahí empezaba una laboriosa investigación por parte del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional para cazar a un violento criminal. Una cámara de seguridad de un cajero automático captó su torso. La imagen aportaba pocos detalles: se trataba de un joven de piel blanca, delgado, que vestía zapatillas deportivas y bermudas. También sabían que tenía un tatuaje en el pecho. Los agentes fueron estrechando el cerco y finalmente contaron con con cuatro testigos protegidos que le incriminaban y también obtuvieron una huella del sospechoso en el lugar por el que saltó para acceder al piso de la calle Capità Vila.

Al cabo de cuatro días, el Grupo de Homicidios resolvió el caso con la detención del intruso. Se trataba de un joven de origen francés con una orden de busca y captura que llevaba unas dos semanas fugado del centro de menores de es Pinaret.dos semanas fugado del centro de menores de es Pinaret. El muchacho, impasible, reconoció de forma espontánea ser el autor de los hechos pero no quiso prestar declaración de manera oficial. El martes pasado, el juez de guardia de Palma acordó la prisión provisional comunicada para él ante la gravedad de los delitos que se le imputan, el riesgo de fuga existente y para evitar la alteración de pruebas. Ayer de madrugada, todavía permanecía en el módulo de detenidos del hospital de Son Espases, pendiente de que el psiquiatra le diera el alta.

El último capítulo protagonizado por el arrestado, Richard H.D., supone un punto de inflexión en su largo historial delictivo. Desde los 13 años tuvo una adolescencia conflictiva con problemas de conducta. A muy temprana edad se fugó de su casa durante una semana. Arrastra numerosas detenciones, la mayoría por robos con fuerza y robos con violencia, pero nunca antes se había visto implicado en delitos sexuales u otros hechos de extrema gravedad.

Richard fue un delincuente precoz, pero quienes le recuerdan destacan que no era violento, sino que tenía cambios bruscos de carácter y un problema de conducta. Vivía en la zona de Llevant de la isla y procede de una familia estructurada con un elevado nivel cultural.

En los últimos años, siguió delinquiendo para poder costear su adicción a las drogas, a todo tipo de sustancias. El joven pasó por varios trabajos como camarero en bares, pubs y restaurantes. Su cara aniñada no hacía entrever su historial delictivo. Precisamente, el pasado mes de septiembre fue detenido por robar más de mil euros en el local en el que trabajaba en Palma. El joven tenía las llaves del negocio. Fue despedido de allí. Un juzgado de Palma también le estaba buscando por otro robo a una mujer. Y, mientras estaba fugado de es Pinaret, entró a robar mediante escalo en otra casa.