"La tienda le trajo muchos problemas. ¡Si le hubieran ayudado más!". de esta manera se lamentaba esta mañana una vecina del barrio palmesano de Monti-sion. Allí había abierto un colmado desde el pasado mes de junio la mujer que, presuntamente, acabó con la vida de su hijo y con la suya propia el viernes al intoxicarse con el monóxido de carbono de un brasero, al que había manipulado previamente.

Muchos vecinos se habían enterado de la trágica noticia por los periódicos y lo miraban con incredulidad. ¿Es verdad?, preguntaban al periodista nada más traspasar el umbral de un negocio antes de que pudiera articular palabra. El asentimiento del informador se traducía en abatimiento de los residentes. A medida que pasaban las horas, la trágica noticia no había tardado en propagarse por todos los rincones de este barrio palmesano.

El cierre echado del colmado y las noticias que aparecían en prensa ha hecho esta mañana que una de sus personas más allegadas empezara a sollozar. "Me he bajado a ayudarla en cuanto la he escuchado llorar", ha apuntado esta residente.

"Era encantadora. Siempre estaba sonriente", apuntaba otra residente en el barrio de Monti-sion. "El miércoles por la tarde fui a comprar al colmado y me sonrió", recordaba. Nada hacía vislumbrar entonces que dos días más tarde decidiera, presuntamente, poner fin a la vida de su hijo y a la suya propia manipulando un brasero en su domicilio de la calle Gabriel Maura. Lo que los investigadores de la Policía Nacional consideran un suicidio ampliado.

"Debía dinero en el banco. Había pedido un préstamo y el negocio no le iba bien", indicaba una mujer de su entorno. A este hecho se sumaba el trastorno psíquico que padecía su hijo, una mezcla de autismo con síndrome de asperger. "Había cogido el colmado aquí para ayudarle a hacer los deberes. Pero abría y cerraba continuamente. Nunca sabías cuando tenía abierto. Si se le hubiese podido ayudar...", recalcaba esta allegada.

Muchas de las personas que conocían a su hijo aseguraba a que los problemas que tenía "no se le notaban". "Era supereducado, pero notabas que tenía algo raro", apuntaba. "Mi hijo tiene TDH (déficit de atención con hiperactividad) y sé lo difícil que es criar a un niño así", subrayaba otra vecina del barrio.