Un testigo ha declarado ante el juez que Arnau M.N., el acusado de matar a tiros al dueño de un restaurante de Porto Cristo en junio de 2014, buscaba un arma de fuego en el mercado negro días antes del crimen. El sospechoso, encarcelado desde entonces, habría intentado así adquirir una pistola de forma clandestina para evitar que se le relacionara con el asesinato. Este testigo afirmó que el acusado contactó con él a través de un amigo pero que la transacción no se llevó a cabo. Además, el presidente de un club de tiro del que era socio el procesado ha explicado que vio al acusado realizar prácticas con un revólver, algo extraño en él, en esas mismas fechas.

Estos dos testigos comparecieron el pasado viernes en el juzgado de instrucción número 1 de Manacor, que investiga el homicidio. Las acusaciones apuntan a que de sus declaraciones se desprende que el acusado habría planificado matar a la víctima, Ángel Abad, propietario del restaurante Gorli, varios días antes de cometerlo. Estas declaraciones cobran especial relevancia por el hecho de que Arnau M.N. siempre se ha acogido a su derecho a no declarar desde que fue arrestado por la Policía. La principal prueba de cargo es el arma homicida, una pistola que los investigadores encontraron escondida durante un registro en el taller mecánico que regentaba el hombre.

Los hechos ocurrieron el 24 de junio de 2014 en el establecimiento de la víctima. Su cadáver fue hallado con dos tiros, uno el pecho y otro en el cuello. La Policía Nacional llegó a la conclusión de que el autor del crimen era un experto tirador y estrechó el cerco. Arnau M.N., de 50 años, fue detenido dos días después. Según las sospechas de los investigadores, actuó movido por los celos, ya que la víctima habría mantenido una relación sentimental con su mujer. Varios testigos situaron al sospechoso en las inmediaciones del restaurante de la víctima a la hora en la que se produjo el crimen. También se averiguó que el día antes había ido al local a tomar un café, pese a que nunca había ido antes allí.

Arnau M.N. es un gran aficionado al tiro olímpico y en su domicilio se encontraron tres armas cortas que fueron analizadas. Las pruebas de balística revelaron que ninguna de ellas había sido la utilizada para acabar con la vida de Ángel Abad. Días después, cuando el acusado estaba ya en prisión preventiva por orden judicial, la Policía volvió a inspeccionar a fondo su taller. Allí, escondida en una columna, encontraron un arma de fuego que resultó ser la empleada en el homicidio.