La falta de pruebas volvió a quedar de manifiesto en el segundo juicio que se sigue el trabajador ocasional alemán Torsten T. por la muerte de la quinceañera Steffi Ruggeberg en el verano de 2002 en Mallorca. En la séptima vista del proceso, que tuvo lugar ayer en Wuppertal, salió nuevamente a relucir que los fiscales no disponen de pruebas contundentes para demostrar que el hombre dio muerte a la hija de la dueña del piso que alquilaba en El Arenal. El cuerpo de la chica fue hallado dos meses después de su desaparición.

Torsten T. fue condenado en 2006 a nueve años y medio de cárcel por la muerte de Steffi R., pero el Tribunal Supremo alemán revocó la sentencia por haberse basado en una confesión arrancada en contra de la voluntad del acusado por un policía infiltrado en la prisión. El juicio volvió al Tribunal Regional de Wuppertal, donde se espera un fallo después de mediados de abril.

Hasta ahora se habló mucho del acusado. Los testigos trazaron una imagen poco favorecedora del hombre de 43 años. En resumen, lo describieron como una persona corpulenta, poco atractiva, siempre falta de dinero y frustrada a nivel sexual.

Lo que aún no queda claro es si fue efectivamente el autor de la muerte de la joven debido a la falta de pruebas, según se desprendió de los testimonios de los peritos alemanes y españoles. Varios expertos de la policía criminal alemana dijeron que les había sido imposible encontrar huellas después de que tampoco tuvieran éxito sus colegas de España.

Al igual que en el primer proceso, se desprendió de los declaraciones la conclusión de que los problemas comenzaron ya con el rescate del cadáver. No se pudo determinar con exactitud quién y cómo fueron manejados los restos de la joven en el lugar del hallazgo. Lo que recibieron los forenses en Madrid sólo arrojó resultados negativos. Según el forense Julio López Bermejo, fue imposible determinar la causa de la muerte o posibles heridas en el cuerpo, que en parte estaba muy descompuesto y en parte momificado.

Los peritos alemanes, en algunos casos, tuvieron acceso a objetos que potencialmente podían contener pistas 14 meses después de que pasaran por las manos de sus colegas de España. También se citó el ejemplo de algunas prendas que llevaba la estudiante, que fueron conservadas en sacos de plástico y se llenaron de hongos y larvas de insectos.

Una experta de la policía criminal alemana fue lapidaria: "No hubo forma de hallar respuesta a todas las preguntas".

Nada se sabe a ciencia cierta sobre el lugar, la fecha y la causa de la muerte; sólo hay indicios, como la reacción de los perros policía detectores de cadáveres en el cuarto del acusado. El responsable de las investigaciones en Mallorca, el capitán de la Guardia Civil Bartolomé del Amor, se manifestó convencido en su declaración de la semana pasada de que Torsten T. es el autor del homicidio.

Los investigadores españoles, en aquel entonces, visitaron todas las farmacias de la isla y dieron con que el acusado había comprado cloroformo después de la muerte de la joven. Según la acusación, la chica murió por los efectos del cloroformo. Así, los investigadores llegaron a la conclusión de que quien quiere comprar cloroformo después del hecho también lo hizo antes. Por otra parte, fueron escuchadas sin éxito durante semanas las llamadas telefónicas de los amigos y conocidos de la víctima. El juicio continuará hasta el 16 de abril. La fiscalía anunció que presentará a dos nuevos testigos, un guardia de cárcel y un preso, ante los cuales el acusado hizo comentarios de los que se podría deducir que mató a la joven. Torsten T. estaba en prisión por haber atacado a una mujer en Berlín con un aparato de electroshock.