-En El legado de la serpiente manifiesta su pasión por Barcelona, pero también por Mallorca. ¿Cuándo conoció la isla?

-Hace tres años, cuando empecé a investigar algunas cuestiones históricas relacionadas con Ramon Llull. Estuve durante cuatro días recorriendo la zona de Valldemossa, la finca de Miramar y otros lugares que tuvieron que ver con el filósofo. La isla me cautivó y por eso decidí situar en ella parte de la acción. Es curioso porque mi abuelo estuvo aquí recientemente, durante el rodaje de una serie de la BBC basada en su novela The Night Manager.

-¿En qué sentido la cautivó?

-Mallorca es muy parecida a mi lugar de nacimiento, California. Y siempre me llamó la atención por la figura de Junípero Serra y las misiones. En realidad, he de reconocer que la isla es incluso más bonita que California. Me encantó la Serra de Tramuntana, sus bosques... Pensé que podrían ser un buen telón de fondo para una novela negra y además gótica.

-¿Por qué decidió seguir los pasos de su abuelo?

-Además de mi abuelo, mi padre es guionista de cine y televisión, y mi hermano es profesor de Poesía en la Universidad de California. Desde pequeña quería ser escritora y en este sentido el influjo de mi abuelo ha sido muy importante. De niña siempre me contaba cuentos. Él estaba lleno de historias y de relatos: hablaba de sus experiencias personales, de otros escritores, etc. Hay un mundo muy interesante detrás de él.

-¿Le dio algún consejo antes de escribir El legado de la serpiente?

-Sí. Que leyera las obras de Robert Stevenson, como por ejemplo La isla del tesoro. Y que buscara cómo introducir el conflicto en la novela. Sin problemática, no hay novela, me insistió. Y ésta, hay que concentrarla en un personaje.

-¿Qué crítica le ha hecho al libro?

-Todavía no lo ha leído. Está muy ocupado. Siempre está trabajando y escribiendo. Que, por cierto, he de decir que escribe a mano todas sus novelas. Imagínate. Pese a que aún no haya leído la novela, me consta que está muy contento.

-¿Por qué Barcelona fue la chispa que encendió su prurito de escritora?

-La primera vez que pisé la ciudad tenía 23 años. Fui a estudiar teatro y estuve en el Lliure colaborando con muchos dramaturgos catalanes. Antes había estado en Andalucía investigando y estudiando la figura de Federico García Lorca. De Barcelona, recuerdo cómo me impactaron el Parc de la Ciutadella, el barrio gótico, sus calles... Vi allí muchas historias distintas y me interesé por la mitología de la ciudad y empecé a inventarme mis propios relatos. Por ejemplo, me interesa mucho el mito de Santa Eulalia. En aquellos años estuve también colaborando con La Fura dels Baus en la producción de Titus Andronicus. Fue un momento muy productivo en el que se encendió la chispa de esta novela.

-La historia arranca de manera similar a El nombre de la rosa.

-Sí, por lo del manuscrito. Es una historia en la que aparecen arquetipos clásicos de las novelas de misterio pero con algunas novedades.

-¿Qué es lo que más le gusta de la literatura de Le Carré?

-Mis novelas favoritas son El espía que surgió del frío, La gente de Smiley o Un espía perfecto. Pienso que mi abuelo ha conseguido construir un estilo narrativo propio con el que contar y explicar la historia política de su país. Me encanta cómo construye los personajes: reflejan el mundo de la cultura de Inglaterra. En sus novelas, hay siempre una amplia perspectiva sobre el funcionamiento de los gobiernos del mundo."Mi abuelo aún no me ha hecho ninguna crítica porque no ha podido leer la novela, pero sé que está contento"

-¿Ha aplicado a su novela alguno de estos recursos?

-Sí. Hay movimientos en la historia de algunos personajes que provocan cambios de perspectiva para el lector. He evitado escribir una novela de buenos y malos. Hay ambigüedad moral. Me gusta trabajar en esa frontera.

-¿Se siente eclipsada por su abuelo?

-No. Sí me da vergüenza tener que hablar de ello siempre. Pero para la familia todo esto es normal, no le damos esa importancia.

-La violencia contra la mujer es otra cuestión que atraviesa estas páginas. ¿Cómo se planteó introducirla?

-Es un tema que me toca de manera muy fuerte. Lo que hice fue buscar espejos en otras escritoras mujeres que habían padecido esa violencia, ya fuera física o psicológica: Virgina Woolf o Sylvia Plath, por ejemplo. Una habitación propia es un ensayo de Woolf que me afectó mucho cuando estudiaba en la universidad. Trata precisamente sobre la autonomía de la mujer para expresarse y escribir. En él, la autora retrata de manera ficticia a la hermana de Shakespeare, quien se había vuelto loca por no poder escribir. Esa imagen sobre las mujeres mudas ha pesado mucho en mi novela. Así como otras historias de violaciones y venganzas. Creo que sería necesario unificar de algún modo todos estos mitos de mujeres mudas y que han padecido actos de violencia real. Dar visibilidad a la cuestión. Sigue habiendo mucho maltrato a la mujer."Para escribir sobre la violencia contra las mujeres leí a Virginia Woolf y a Sylvia Plath, entre otras"

-Toda la investigación narrada en el libro la protagoniza Anna, una mujer que se sale del canon del investigador/a de novela negra o de misterio.

-Sí. Anna es una mujer con motivaciones ocultas y un alma muy fuerte. Es alguien que persigue la verdad. Es una mujer que funciona más como los típicos personajes masculinos de las novelas góticas del siglo XIX. En ella hay también momentos de pasión, fantasía, etc. Anna no está descrita directamente en la novela, se la entrego al lector escondida en sus propias palabras. También hay dentro de ella una mujer muy moderna que no necesita tener un hombre al lado."Soy fan de Manel y de Antònia Font, del Barça, de la Fura dels Baus y del barrio de Gràcia"

-¿Qué pasiones conserva de su estancia en Barcelona?

-Soy fan de Manel y de Antònia Font. De la Fura dels Baus y del Barça. Me alegró mucho que ganara la Champions. También me acuerdo mucho del barrio de Gràcia y de cuando iba a correr por la Carretera de les Aigües y las montañas del Tibidabo.

-¿Cómo vivió el asunto del nacionalismo catalán?

-Es un tema muy complejo del que no puedo emitir una opinión. Desde el punto de vista de la historia, es muy interesante. Aprendí todo el catalán que pude porque me interesan mucho los idiomas, sobre todo aquellos que han padecido cuestiones de prohibición, etc. También me tocó vivir en Barcelona durante uno de los peores momentos de la crisis, que coincidió con un auge del nacionalismo. Recuerdo muchas manifestaciones en las calles. En Escocia también viven una situación similar. Yo creo que lo mejor es hablar de estas cuestiones y también escribir sobre ellas.