Con una ovación mayor de la acostumbrada fueron recibidos los componentes de la Simfònica el pasado jueves en el Auditòrium. Venían de ofrecer una audición en medio de la ciudad como protesta. Los recortes presupuestarios también les afectan. No es este el espacio para comentar los problemas económicos del Consorcio para la Música, déjenme expresar solamente dos puntualizaciones, una de cal y otra de arena. Primera: si la orquesta no existiera tendríamos que inventarla pues todo lo que aporta es enorme e imprescindible. Segunda: no debemos mirar solamente los recursos, sino el uso que se hace de ellos.

Dicho esto vayamos al comentar el concierto, o mejor dicho, vamos a comentar medio concierto ya que este cronista no pudo escuchar la segunda parte del mismo.

Para empezar, Mozart. Las obras del compositor de Salzburgo siempre predisponen , y más si se trata de una sinfonía de cámara, llena de sentido del humor pero refinada al mismo tiempo. La sinfónica, con una plantilla reducida a orquesta de estilo clásico, estuvo muy acertada por lo que hace a afinación, fraseo, estilo, aunque quizá los tempo fueron demasiado rápidos y el sonido un tanto falto de matices, cosa que hay que atribuir al director, un joven Álvaro Albiach, que dirigió la formación con soltura y gracia y utilizando prácticamente todo el cuerpo a la hora de remarcar entradas y pedir sentimiento.

Y después Bach, un Bach grande y profano (¿pero no hemos dicho en otras ocasiones que todo Bach es misticismo y religiosidad?). Grande, pues el compositor no tiene obras menores y profano pues la mayoría de los conciertos para instrumento solista y cuerdas datan de su época Köthen, cuando estaba al servicio del príncipe Lepold como maestro de capilla y para el que escribió gran cantidad de música de cámara.

Jordi Miralles, con un sonido aterciopelado, limpio, mágico, de tonalidades azules, perfecto en definitiva, asumió el protagonismo como solista del oboe d´amore en ese concierto en BWV 1055. La orquesta, acertadamente convertida en un grupo de cámara, arropó al instrumentista asumiendo los roles tanto de introductor de los temas musicales como de acompañante en forma de continuo, con clave incluido. Una delicia de concierto, que el público, entusiasta supo agradecer con múltiples aplausos que obligaron a los intérpretes a interpretar un bis fuera de programa: una adaptación abreviada y para oboe d´amore de la famosa Aria de la suite en re, también de Bach. Y en la segunda parte, la sinfonía número 2 de Brahms.

Simfònica de Balears

Director: Álvaro Albiach. Intérprete: Jordi Miralles, oboe d´amore. Obras de: Mozart, Bach y Brahms. Fecha y lugar: Auditòrium de Palma. 15/03/12