El arquitecto y urbanista Manuel de Solà-Morales, un reconocido defensor de la calidad arquitectónica en el espacio público, falleció el pasado lunes en Barcelona a los 73 años, según informó la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de la que era catedrático emérito.

Autor de numerosos proyectos durante su dilatada carrera, Solà-Morales fue especialmente influyente durante los cambios urbanísticos de Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, sobre todo por sus ideas para transformar el frente marítimo, que llevó a la práctica en la remodelación del Moll de la Fusta.

Aunque mantenía una relación muy estrecha con Barcelona, ciudad en la que desarrolló muchos de sus proyectos, Solà-Morales era un enamorado de la isla. Tenía residencia en Artà, vivienda que frecuentaba con asiduidad.