­­–¿Cuántas horas diarias no le dedica al Twitter?

–Las que duermo. Es decir, diez horas al día. Mientras hago mi trabajo como fotógrafo, siempre tengo el ordenador encendido y Twitter en un segundo plano.

–Una patada a la concentración. Cómo le saldrán las fotos.

–(Risas) No, hombre. Soy multitarea. Soy incapaz de concentrarme en una sola cosa.

– "Nunca se han visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas, ojalá que pronto se acabe la revuelta", escribió David Bisbal en esta red social. Y se armó una. ¿Es tan fácil meter la pata en Twitter?

–Lo que se generó después, el hashtag [tema] Turismo Bisbal, fue divertido. En Twitter puedes hacer humor, pero está claro que el cantante decía aquello en serio. El twitt de Bisbal no tenía maldad, sino ignorancia o incultura. Quedaba patente que el mensaje era súper frívolo. En Twitter es fácil meter la pata por la inmediatez del mensaje, pero no debería serlo tanto porque bastaría pararse a pensar un poco antes de escribir.

–¿Cómo se gestionan los errores en Twitter?

–Lo que no hay que hacer nunca es lo que hizo Bisbal. Los twitts no se borran nunca, y menos si han tenido trascendencia y puede haber capturas de ellos en otros sitios web. En internet se produce lo que se conoce como efecto Streisand. A Bárbara le tomaron en los ochenta una fotografía que ella intentó censurar. Pero era tarde porque ya estaba por todo. En internet ya no se puede censurar nada porque todo está escrito. Y cuanto más se quiera censurar más se extenderá.

–¿Es Twitter un club del chiste?

–No. Lo mejor de Twitter es que es hay muchos Twitters. Cada cual elige a la gente que sigue. Cada cual construye su propio Twitter. Lo que pasa es que se presta mucho a la sentencia, porque no hay espacio para explicarse. Sentencias más que hablas. Y eso es bueno y malo.

–¿Cómo sabe uno en Twitter que se está bromeando?

–Ahí está el tema. Lo sabes porque sigues a una persona desde hace mucho tiempo. Y le conoces. Y a veces hay casos que es clarísimo. Por ejemplo, el chiste de Nacho Vigalondo sobre el Holocausto. Se veía que era una broma. Y la gente se lo tomó como que él era negacionista. Por Dios, el humor no está hecho para tomárselo en serio.

–¿Usted a quién sigue?

–Sigo a muchos fotógrafos, a bloggers de cultura y de comunicación interactiva. Me gustan mucho Jordi González y Berto Romero.

–¿Necesita Twitter al periodismo?

–Sí. Pero el periodismo todavía no se ha dado cuenta de lo mucho que necesita a Twitter. Lo que está claro es que hay que basar el periodismo en torno a Twitter en algo distinto que no sea una agencia de noticias sobre famosos.

–El periodista es un profesional que valora la noticia.

–Para filtrar no hacen falta periodistas. Al menos a mí. Al resto del mundo igual si le hace falta un periódico. A mí no.

–A Twitter también le hace falta. Los días que no hubo edición el año pasado, en Navidad, se generaron muy pocos twitts.

–No lo sé. Es posible.

–¿Qué criterios utiliza para seleccionar los twitts más importantes del día?

–Es elección personal. No publico cosas como periodista, no pretendo informar a la gente. Capturo lo que me gusta como consumidor.

–¿Qué tal lo usan los políticos?

–Sólo conozco a un político que haya usado esto bien. Es Cristina Cifuentes, del PP, que lo usa de manera personal.

–¿Lo usarán para las elecciones?

–Sí. Tendremos la mala suerte de sufrir que políticos se abran una cuenta en Twitter y la cierren a los dos días. Esta red no está hecha para que la lleve un becario. Rosa Díez twitteaba cuando estaba en la tele, en directo. Y eso no se hace. En Twitter se pide sinceridad. No nos gusta que nos tomen por tontos. Igual que en la vida real.

–Twitter es la cara pública de algunos famosos también.

–No debería ser así. Que los periodistas estén sacando noticias y cotilleos de Twitter está haciendo que los famosos actúen como si tuvieran varios micros delante.

–¿Es esto el nuevo boca a oreja?

–Sí, el más eficaz. Pero este sistema ya existía. Con lo del 11-M ya sucedió así, vía SMS. Twitter es un difusor infinitamente mejor que un mensaje de móvil. Si ya hubiera existido, en lugar de 100.000 manifestantes hubiera habido dos millones frente a la sede del PP.

–¿Por qué en Teherán no ha acabado Twitter con la dictadura?

–En Egipto ha servido para levantar a la gente. Pero es una herramienta y ya está. Si el pueblo está unido contra la dictadura podrá derrocarla. Si no, no.

–¿Cuándo pasará de moda Twitter?

–Le quedan como mínimo cinco años.