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El Mallorca arruina su Centenario

El conjunto rojillo despide en descenso y sumido en un profundo desánimo el año en que celebraba sus cien años de existencia

Mallorca 0-Valladolid 3: esperpento y despido de Vázquez.

El Real Mallorca ha echado el candado a 2016, otro año sembrado de chascos y frustraciones que han eclipsado los fastos por el Centenario de la institución. La efemérides, olvidada hace ya mucho tiempo, ha palidecido por culpa de una crisis deportiva que se prolonga desde la temporada del descenso.

Doce victorias, trece empates y dieciocho derrotas resumen otro año para olvidar, finiquitado el pasado domingo con el fiasco de Los Pajaritos ante el Numancia. Los bermellones escogieron el último partido de este 2016 para ofrecer su peor versión, agudizar su crisis y marcharse de vacaciones navideñas sumidos en una profunda depresión.

Tres entrenadores se han sentado en el banquillo mallorquinista estos doce meses -Pepe Gálvez, Fernando Vázquez y Javier Olaizola- pero ninguno de ellos ha servido para que el equipo levante la cabeza. El vasco ha sido el último intento de la propiedad por reconducir el rumbo, pero sus dos primeros partidos en el cargo se han saldado con dos derrotas que han dejado al equipo en descenso y enfrentado a un horizonte muy negro.

Este 2016 que está a punto de concluir empezó con el aterrizaje de los inversores norteamericanos capitaneados por Robert Sarver y con el club tratando de calentar un gélido ambiente para celebrar sus cien años de existencia. El equipo ganó al Oviedo el 5 de marzo, día del Centenario, concediendo al mallorquinismo una de las pocas satisfacciones que ha tenido este año.

Tampoco estos doce meses el Mallorca ha pisado ni una sola vez la zona de promoción. Los bermellones han merodeado casi siempre por la parte baja de la clasificación. Jugaron con fuego al final de la temporada 2015/16, pero acabaron salvándose en la última jornada ante un Valladolid que afortunadamente ya no se jugaba nada.

El verano debía servir para hacer borrón y cuenta nueva. Vázquez, Maheta Molango y Javi Recio, recién nombrado director deportivo, diseñaron una plantilla al gusto del entrenador y ajustada al límite salarial impuesto por la Liga de Fútbol Profesional. Los objetivos eran diferentes según hablara el entrenador o el consejero delegado, aunque había consenso en que la plantilla debía instalarse en la zona alta de la clasificación.

Pero las 19 jornadas correspondientes a la temporada 2016/17 han arrojado un balance desolador. Los rojillos solo se han adjudicado cuatro victorias, cifra que costó la destitución a Vázquez y redefinir el objetivo del Mallorca. Y los que ambicionaban pelear por el ascenso se tienen que conformar ahora con una permanencia sin agobios.

El conjunto bermellón despide un año en el que ha tocado fondo varias veces. La derrota por 3-0 ante el Llagostera, equipo que acabaría descendiendo a Segunda B, certificó el fracaso del proyecto en marzo. Antes, en febrero, un Mallorca sin alma también cayó en Soria, lo que valió a los futbolistas la primera gran bronca de un Molango recién llegado.

La deriva deportiva continuó hasta la última jornada, cuando el bloque de Vázquez selló una agónica permanencia ganando en el feudo del Valladolid. Para entonces el Centenario había dejado de existir, enterrado bajo una montaña de decepciones.

El hastío de la afición rebrotó muy pronto, en la primera jornada de la presente temporada. La derrota contra el Reus en el partido inaugural hizo estallar a Son Moix y disparó los malos presagios sobre una plantilla que supuestamente se había diseñado con criterios más profesionales que las anteriores. Era agosto y la grada volvía a sumirse en una depresión.

El paso de las semanas no despejó el panorama del conjunto bermellón, que convirtió la inconstancia en marca de la casa y acabó metido en un bache que cada vez se hizo más profundo. La derrota por 0-3 ante el Valladolid precipitó la caída de Vázquez y su relevo por Javier Olaizola. El vasco solo ha conocido el sabor de la derrota y el equipo ha brindado al mallorquinismo las primeras Navidades en descenso.

Los rojillos suman a estas alturas 19 puntos en el mismo número de jornadas. Una cifra que palidece en comparación con los 28 puntos que atesoraban cuando despidieron 2014. Hace ahora un año el equipo que comandaba Pepe Gálvez también terminó con diecinueve guarismos, aunque se libró de meterse en plazas de descenso.

El bloque de Olaizola afronta 2017 rodeado de malos augurios. Regresará a la competición recibiendo al Mirandés, equipo que pasará las Navidades muy cerca del descenso y por tanto rival directo por la salvación. Será un partido de alta tensión cuando ni siquiera se habrá consumido la primera vuelta del campeonato.

Aguardan semanas intensas para reforzar al equipo en el mercado de invierno, última bala de la propiedad para tratar de remontar el vuelo. Recio y Molango empeñarán en enero la poca credibilidad que les queda.

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