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La crónica

Esta humillación debe tener consecuencias

El Mallorca sufre un descalabro en toda regla ante el modesto Llagostera y encaja una goleada que dejará huella - En el equipo de Vázquez falló desde Timon, responsable en dos de los tres goles en su reaparición, hasta el último suplente, en una actuación indefendible

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Llagostera- Real Mallorca

Ridículo en toda regla del Mallorca, que tras la vergonzosa derrota de ayer parece haber tocado fondo. Se puede perder, incluso en Llagostera, pero hacerlo por tres a cero es como levantar bandera blanca de rendición. El modesto equipo catalán dio toda una lección de pundonor, de que si se cree se puede. El equipo de Vázquez tiene muy mala pinta y algo habrá que hacer para que no se vaya todo al garete.

Pasan las jornadas y el Mallorca no solo no reacciona sino que, como los cangrejos, va para atrás. Ante uno de los rivales más endebles de la categoría, basta mirar la clasificación, el equipo de Vázquez se la volvió a pegar. Y de qué manera. El fútbol desplegado por los rojillos, ayer de blanco, fue plano, de enfermo terminal. En un terreno de juego con unas dimensiones muy pequeñas, el Llagostera entendió mejor cómo jugar. Por eso ha sumado en su campo 23 de los 25 puntos que figuran en su casillero. Con sus evidentes limitaciones técnicas, el equipo de Alsina no debe jugar muy diferente a como lo hizo ayer, balones en largo a su hombre boya, Juanjo, para que cace alguna. Y vaya si la cazó. Solo era cuestión de paciencia. A la media hora, un balón bombeado fue a De los Reyes, Su disparo encontró el cuerpo del reaparecido Timon, que no atrapó el balón. Pero por allí andaba Juanjo, muy atento a la jugada, para poner a su equipo por delante.

El Mallorca, como otras tantas tardes, tenía que volver a remar a contracorriente. Con el empate, el juego que había desplegado, por llamarle de alguna manera, ya le iba bien. Pero, con el marcador en contra, ya no valía jugar a verlas venir. El equipo debía ser protagonista con el balón, algo que parece que detesta Vázquez. El problema es que, cuando lo tiene, los mallorquinistas no saben qué hacer con él. El fútbol de ataque del Mallorca es un monumento a la nada, a la sin razón más absoluta. El equipo no sabe dar dos pases seguidos, y si encima enfrente tienes a unos jugadores modestos, pero que se comen literalmente la pelota, se explican muchas cosas de lo que ocurrió ayer en Palamós. Un remate de cabeza de Aveldaño a los 37 minutos, que detuvo René, fue la única ocasión clara de gol. El resto fue un simulacro de ataque. Lago empezó bien, pero se diluyó con el paso de los minutos; Colunga no tuvo quien le acompañara y Acuña, qué decir de un jugador cuyo protagonismo es nulo. El Mallorca juega con diez cada vez que está sobre el terreno de juego. No convence a nadie menos a Vázquez que, erre que erre, confía en un futbolista inane, un delantero que no chuta, un delantero que no ataca, un delantero que no marca. Eso sí, corre como nadie. Pero se supone que esto es fútbol, no atletismo.

Encerrados

Cuando todo hacía suponer que el Mallorca saldría en tromba en la segunda parte, nada más lejos de la realidad. Fueron los locales los que fueron a por el segundo, y si se demoraron fue porque tampoco van sobrados de calidad. Estaba más cerca el segundo que el empate. Entre otras cosas porque el Mallorca nunca se sintió cómodo en un partido eminentemente físico, sin concesiones de ningún tipo. Y claro, al final el fútbol, como cualquier otro deporte, es una cuestión de sensaciones. En una falta muy mal defendida, Pitu sorprendió desde 40 metros a un Timon adelantado. Es imperdonable que nadie se pusiera delante del lanzador, de lo primero que se enseña a un profesional del fútbol.

La sangría no acabó aquí. Dos minutos después, Juanjo se aprovechó de otro error de Timon para marcar el tercero en lo que ya era un festival del Llagostera, que parecía no creérselo. Y pudo llegar el cuarto. Y el quinto de un Llagostera desmelenado.

La derrota debe tener algún tipo de consecuencia. Más de uno no se puede ir de rositas tras la debacle de ayer. Y Vázquez deberá dar muchas explicaciones a Molango para justificar lo sucedido. Jugando así, el único camino es la Segunda B, a la que va directo si alguien no le pone urgentemente remedio.

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