La Real Academia define el término ´pachanga´ como "el partido informal de fútbol que se juega en una sola portería". El amistoso que midió ayer a una selección ibicenca con el Mallorca tuvo dos porteros, cuarteto arbitral y equipaciones formales y oficiales, perfectamente planchadas y serigrafiadas. Pese al empeño en el atrezzo, el choque tuvo más parentesco con una pachanguita de sábado que con la competición. Por lo menos, en lo que al equipo bermellón se refiere, que economizó sudores para encontrarse con un tanto en el 70, diana que igualó a los de Eivissa en el marcador (1-1).

El tanto de Bigas, pillo en un despiste defensivo del cuadro que dirigió Tolo Darder, dio al traste con el buen trabajo que habían hecho los pitiusos, mucho más enchufados ante el público de Can Misses. Un centro de Pereira puso en bandeja el gol a Bigas.

La calma del entrenador de Utrera, de largo el personaje de la expedición mallorquina preferido por la afición para conseguir un autógrafo o una fotografía, contrastaba con la famosa intensidad con la que vive los partidos de Liga. Ayer, recostado en el banquillo, su gesto descansaba al saber que lo único en juego era el honor. Por eso, su mandíbula no trituró con fuerza el chicle que le suele acompañar de septiembre a mayo, los meses en los que se libra la guerra y las balas no son de fogueo, cuando el peñista Borja Pando adelantó a la selección local en el 63. El partido no tuvo más historia y todos contentos.