No hay forma humana, en Mallorca, de iniciar una gran infraestructura desde la previsión, la coherencia y el consenso. Ni siquiera para los casos urgentes y necesarios. En estas condiciones, todo desemboca en el enfrentamiento del agravio, la precipitación y el oportunismo de la deformación política.
Está más que demostrado que hacen falta residencias y centros hospitalarios para personas asistidas y enfermos crónicos. El déficit es tan alarmante que hasta el Govern lo admite y establece su propia dependencia administrativa y de servicio con la iniciativa privada para los casos más urgentes de las largas listas de espera.
Aun en estas condiciones, la remodelación de Son Dureta como complejo asistencial se hace esperar. Se maneja la intención, a medio y largo plazo, de dos hospitales más en la Part Forana. Felanitx y Petra se disputan uno de ellos con una adversidad política que de momento concede clara ventaja al primer municipio. Para adquirirla se ha optado por pisar el terreno a los deportistas fijando la previsión del hipotético hospital en una también hipotética pista de atletismo de un complejo deportivo en expansión. A los atletas les ha dolido el pisotón de quienes están desesperados por apuntarse el tanto del hospital. Las quejas han sido rápidas y contundentes.
Antes se llamaba a eso desvestir un santo para vestir otro. Hoy es la prueba reincidente de la improvisación y la oportunidad en la gestión política.
