El verano de 1977 Alaró tenía más ganas de fiesta y de volver a sonreír que nunca. Parecía que los tiempos estaban cambiando: un 92% de la población participó en las primeras elecciones libres de junio y se estaba a punto de inaugurar el nuevo edificio del colegio público. Pero lo que de verdad mantenía en vilo a los jóvenes en los primeros días de agosto del 77 era la noticia de que un nuevo bar ´con música´ estaría abierto antes de comenzar las fiestas patronales de Sant Roc.

Y así fue: el 9 de agosto abrió sus puertas la cervecería Sa Màquina, y con ella Alaró y buena parte de Mallorca entró de lleno en la ´movida´. Toni Calafat, Pere Guasp y Biel Homar fueron los valientes impulsores de aquel proyecto que pretendía trasladar a la isla el concepto de pub que Homar había conocido en los viajes que realizaba a Estados Unidos debido a sus negocios en la industria del calzado. Un lugar "original, de personal decoración, música rock y ambiente apto para charlar un rato entre amigos", así lo definía la revista local, Círculo de Estudios, en su edición número 21 de agosto de 1977. Así que, mientras el ayuntamiento se esforzaba por ofrecer verbenas con Los Javaloyas y Los Valldemossa, la inquietud de cientos de jóvenes estaba más dirigida a pisar aquel local que prometía un giradiscos, un amplificador y muchos discos recién llegados de Nueva York con unos altavoces al servicio de las satánicas majestades del rock.

Referente

Sa Màquina se convirtió en pocos meses en un referente a nivel insular y en punto de peregrinación desde toda la isla. Miquel Picornell lleva 30 años tras la barra -actualmente lo regenta junto a su hermano Pedro-, y apunta que, junto al Indigo de Palma y algún otro, fueron los primeros bares de música de Mallorca. 35 años después, el local sigue fiel a esa atmósfera original de sus inicios, y todos los que han gestionado el pub en estas décadas tras los impulsores: Andreu y Jaume Rosselló, Toni Genovart ´Sineuer´, y los hermanos Miquel y Pedro Picornell, han seguido fieles a los mandamientos de la buena música, la cerveza, y el ambiente familiar. Jaume Rosselló estuvo en el bar varios años ayudando a su hermano Andreu €ya fallecido€ tras la época de Calafat y Guasp, y todavía recuerda la revolución que supuso Sa Màquina en el pueblo: "Algunos decían que era un antro y no dejaban entrar a sus hijos porque me consideraban demasiado comunista, pero había un ambientazo y muchas noches los clientes nos tenían que ayudar a fregar los vasos para servir más copas".

Toni Genovart y Miquel Picornell eran clientes habituales del local allá por 1982, cuando durante una noche de excesos le prometieron a Andreu que le compraban el negocio. "Al día siguiente no me acordaba de nada", dice Genovart, pero cumplieron el trato. Él estuvo tres años y después traspasó su parte a Pedro. Fue una época muy ligada al rock y las drogas, y como destaca Genovart: "Mucho o poco, allí fumaban porros casi todos. O sea que en el pueblo, de los que ahora tienen de 60 años para abajo, los he visto a todos consumir aquí".