La feria nocturna de Consell no destacó por la afluencia de público. Las paradas se instalaron en calles cercanas a la plaza, pero con poco bullicio. A las ocho de la tarde del sábado arrancó la venta, pero la imagen que predominó fue la de los vendedores sentados, con poco trabajo y mucho calor.

A esas horas, los vecinos de Consell estuvieron más pendientes del pregón de fiestas que del mercadillo, tal y como comentaron algunos de los vendedores.

"La venta es muy floja. Esperábamos más gente antes de la hora de cenar", dijo Tania Márquez, una de las feriantes que el día anterior había ido a la feria de Maria de la Salut. "Estamos cansados de tanto trabajo dos días seguidos", añadió la vendedora. Otra de sus compañeras, Maria Antònia Orcera, ofrecía artesanía a los clientes. Ella también se esperaba más movimiento. "Creo que se animará después de cenar", afirmó optimista.

Entre las paradas había muchos jóvenes curiosos que compraban regalos. Entre los productos ofertados en la treintena de paradas había embutidos, ropa, complementos, productos ecológicos, pinturas, cerámica o libros antiguos.

La feria nocturna de Consell cerró pasada la medianoche, con la música de fondo de la verbena, que se celebraba en la plaza Major.