Medio siglo después de la aparición de los cómics de Astérix, el espíritu de su irreductible aldea gala sigue siendo un territorio común para los colectivos minoritarios que ofrecen resistencia. Los recientes comicios locales dejaron en el mapa de Mallorca dos manchas color ´rojopesoe´ que aguantaron la oleada ´azulpepe´: Algaida y Lloseta. Así que, si se trata de otorgar el premio Aldea Gala 2011, los ganadores sin duda serían los candidatos socialistas de estas localidades: Francesc Miralles y Bernat Coll, cuyo partido - el PSOE- gobierna ininterrumpidamente esos dos ayuntamientos desde 1983, en el caso de Lloseta, y 1991, en Algaida.

O sea que, si entráramos en el juego del cómic, los poseedores de la poción mágica serían Miralles y Coll, aunque a decir verdad tampoco les entusiasme esa comparación con los héroes galos. "En mi caso -explica el edil algaidí-, en el pueblo siempre se ha hecho broma jugando con el nombre de Algaida y hablando de Algalia". Bernat Coll por su parte sonríe pensando en eso de los colores del mapa de Mallorca: "Nosotros somos pequeñitos y nuestra mancha roja casi no se ve, pero, claro, vosotros en Algaida estáis en el centro y el término es mayor. Seguro que molestáis mucho más".

Ambos asumen con normalidad el papel de pueblos ´rojos´, pero añaden que "tampoco es una gran novedad. Hace unos meses no había muchos más municipios con mayorías absolutas socialistas". Coll dice que quizás la gran diferencia es que la mancha del Raiguer ahora sólo es llosetina y hace una década impresionaba más porque se ampliaba a Binissalem y Alaró. De hecho, echando la vista atrás, en las primeras elecciones locales de 1979, el PSOE sólo se alzó con la victoria en tres municipios: Palma, Capdepera y Alaró.

Alegría a medias

Los dos políticos reconocen que la jornada electoral del pasado domingo les dejó un sabor extraño, aunque evitan la palabra agridulce, quizás para no imitar al PSM, conocidos como "los que movían alegres las banderitas verdes tras conocer los resultados". Recuerdan que la alegría fue inmensa al concluir el recuento de las papeletas blancas, pero el batacazo en Parlament y Consell dejó la fiesta a medias. Y aunque están más que satisfechos por unos resultados municipales que "premian una buena gestión hecha en tiempos difíciles", no dejan de plantearse a qué se ha debido la debacle general de su partido.

"Durante la campaña noté cierta frialdad, pero nunca me imaginé esto. Pensaba que había partido en juego", dice Miralles. Para el alcalde de Lloseta, "algo de nuestra maquinaria no funciona, quizás ha habido dejadez, o desavenencias internas. No lo sé, pero hay que hacer autocrítica, porque no toda la culpa es de Zapatero".

Pero si el panorama de su partido en la sede central de Palma es complicado, el de su formación rival a nivel local, el PP, tampoco es para tirar cohetes. En ambos pueblos el tsunami azul ha pasado de largo y los populares han desaprovechado el impulso exterior para tomar la alcaldía. Miralles dice que en el caso de Algaida se trataba de una lista joven y sin experiencia "que no creo que confiaran en poder gobernar, pero quizás sí ganar en votos". En Lloseta el PP también perdió votos, aunque Coll ironiza con que ahora les compensarán con "alguna dirección general o algo así".

En definitiva, los Astérix y Obélix mallorquines -"pués yo seré el grandote", dice Bernat Coll cuando posa para la foto- saben que se sentirán observados estos cuatro años.

De una parte, por los simpatizantes socialistas de toda la isla, pero, además, por unas tropas del PP que no pierden la esperanza de imponer algún día el azul como color de moda también en Algaida y Lloseta.