En medio de las montañas protegidas de Artà se halla un testimonio único, legado de la dictadura franquista. Se trata del Campament dels Soldats. Según los expertos, "un elemento prácticamente único en todo el Estado español de sus características y cabe preservarlo para estudiar y difundir unos hechos principales de la historia reciente de nuestro país".

Está situado a unos nueve kilómetros de la localidad, concretamente entre el Puig des Corb y es Porrassar, cerca de las casas de s´Alqueria Vella, en el actual Parc Natural de Llevant. Como infraestructura militar fue ocupada los primeros años (1941-1943) de la dictadura franquista, justo en la época de más penurias económicas y aislamiento internacional. Aquí habitaron al menos 750 presos republicanos desplazados de Punta Paloma, Cádiz. Obligados a trabajos forzosos y en muy malas condiciones. A fin de redimir condena participaron en la construcción de la carretera de Son Morei a sa Talaia Moreia (Camí dels Presos). Un cartel junto a los restos señala: "Aunque muchos perdieron aquí todas sus fuerzas, la carretera sigue hoy inacabada". Tampoco se llegó a montar la batería de defensa antiaérea prevista.

En estos momentos, el Govern lleva a cabo la adecuación y potenciación del campamento: cierre para que el rebaño no lo degrade más (se dejarán barreras para que los visitantes puedan continuar accediendo al área), retirada de un depósito, ´musealización´, mayor promoción, confección de actividades didácticas, etc. El Consell tramita la declaración de Lugar Histórico. El arqueólogo Antoni Puig y el historiador y documentalista Tomàs Suau han anunciado que está en fase de constitución oficial la Associació d´Amics del Campament dels Soldats. Se quiere, con todo ello, hacer memoria histórica.

El complejo constaba de caseta de los oficiales, establo y corral para los animales, cantina, enfermería, barracones de soldados y presos, cocinas, aljibe, fuente, almacenes y área de reclusión de los presos. Hasta 1948 fue destacamento de soldados. Aún quedan supervivientes de los dos bandos. En Artà vive Lluís Gil Cruz, de 91 años, pero sus facultades mentales mermadas por su avanzada edad impiden que rememore al detalle su función de soldado. De los llamados ´rojos´, el catalán Paulí Pallàs (Girona, 1920) ha publicado el libro Vides truncades donde relata sus experiencias en Artà.

Aurelio Conesa, fallecido hace unos años, fue un preso que al abandonar el campamento decidió residir en Artà. En la revista local Bellpuig se publicó en los años 90 una entrevista en la que recordaba que durante el tiempo de trabajo "hubo castigos corporales escalofriantes, que, vistos desde la distancia de medio siglo, permanecen intactos dentro de mí".

Unas 300 personas fueron víctimas de la represión en el municipio de Artà, entre ejecuciones, desapariciones, persecuciones, encarcelamientos, apertura de expedientes, seguimientos, etcétera. Es lo que calcula Jaume Morey Sureda, ex alcalde, profesor e investigador, que próximamente publicará un libro sobre la guerra civil y la represión a nivel del municipio de Artà.

El episodio bélico vivido en este punto del Llevant constata que la represión fue similar a la de otros pueblos. Existieron listas detalladas de los leales a la República, instrucciones claras y mucha premeditación.

No obstante, llama la atención un hecho dramático como la caída de dos bombas el 31 de agosto de 1936 lanzadas por aviones italianos, teórico ´fuego amigo´, que causó la muerte de doce personas. En la localidad se oían las explosiones de bombas procedentes de la zona del desembarco de Bayo en Porto Cristo y sa Coma, si bien las soltadas sobre Artà fueron objeto de posteriores disculpas. Una excusa fue que se había confundido Artà con Son Carrió (pequeño núcleo entre Sant Llorenç des Cardassar y Porto Cristo).