Hacer una pintada solo lleva un par de minutos. En cambio, limpiarla es una tarea mucho más difícil, sobre todo si está en un edificio protegido. En Palma todavía quedan seis grafitis contra el turismo de los casi 110 que ensuciaron el centro de la ciudad el pasado 12 de abril. Y los últimos son los que implican más trabajo para restaurar las paredes a su estado original.

Los operarios de Emaya de la brigada de limpieza de grafitis se encargan de eliminarlos. La empresa pública municipal tiene tres trabajadores especializados en borrar los restos del vandalismo. Ellos son los que deciden sobre el terreno cuál es la mejor fórmula para retirar la pintada y que el edificio vuelva a lucir.

A las nueve de la mañana llegaron a la calle de las Caputxines. En el número 13 había una de las polémicas pintadas contra el turismo. Como el vandalismo no entiende de patrimonio, los edificios de esa calle, incluido el monasterio de la Puríssima Concepció, están más que acostumbrados a sufrir grafitis, especialmente los que están en los alrededores del antiguo bar Es Pinzell.

Esta vez tenían que quitar las inscripciones en una pared de piedra que reviste la entrada de una antigua casa señorial que data de 1888. Para ello hacen falta dos operarios especializados, productos químicos, varios litros de agua depurada y casi una hora de trabajo.

El primer paso es aplicar una capa de decapante para reblandecer la pintura. Luego lo rascan con un cepillo de púas de acero y limpian la zona con agua a presión e impregnan la pared con una sustancia llamada antisombras, que sirve para retirar los restos de espray que se han incrustado en la pared. Para manipular todas esas sustancias deben llevar guantes.

La pintura estaba tan adherida -han pasado dos meses desde que se hicieron las pintadas- que hicieron falta dos tandas de cada producto para que la pared quedara aceptable. "¿Cómo lo ves, Paco?" "Hombre, qué te voy a decir..." Los dos empleados son conscientes de que el resultado final no es el mismo que la piedra original. Pero no tienen más remedio que dejarlo así y seguir con otra pintada. Para otras zonas, tapan el grafiti con una mezcla de cemento.

De los tres integrantes del equipo de limpieza de pintadas, uno está de baja y otro está de vacaciones. La organización del trabajo ha retrasado la limpieza de las inscripciones, de la misma manera que la burocracia.

El Consell de Mallorca debe intervenir cada vez que hay una pintada en un edificio protegido o catalogado. Los técnicos de Patrimonio deben dar el visto bueno a la limpieza mediante un procedimiento que, en el mejor de los casos, se dilata durante un mes y dificulta la recuperación del edificio a su estado original.

"Si la hubiéramos tratado el día después de que hicieran la pintada, casi seguro que no habría ni sombras. Todo depende del espray que empleen, porque los hay que son más potentes", comenta Toni Jaume, uno de los especialistas de la brigada antigrafitis.

Al mediodía, él y Paco Muñoz se trasladaron a la barriada de Monti-sion para eliminar otra de las pintadas contra el turismo que había en la estrecha calle de Can Dusai. Ayer por la tarde les quedaban seis pintadas contra el turismo por borrar y esperan haberlas quitado todas esta semana.