Los residentes de s´Arenal lo llaman s´Orinal y se quejan de que esta zona aglutina las siete plagas del Apocalipsis; los diarios y revistas alemanes no dejan de publicar reportajes, de verano en verano, sobre el lado oscuro de la Platja de Palma; y los hoteleros critican el comportamiento del tipo de turismo barato que viene. Sin embargo, los visitantes han aumentado este año, sobre todo los más jóvenes, y disfrutan de la playa y de las noches de música y alcohol ajenos a la polémica que ha puesto de nuevo en la picota la zona turística más importante de la isla. Como dijo la semana pasada el fundador del portal de hoteles por internet Trivago: "Si no me gusta s´Arenal, no voy". El incremento de visitantes, según señala la asociación hotelera de la Platja de Palma, demuestra que sí les gusta y que el reportaje del Bild sobre la inseguridad en la zona no ha influido de forma negativa.

Varios souvenires y tiendas de ropa de la primera línea venden camisetas donde se lee, en inglés o en alemán, "lo que sucede en Mallorca, se queda en Mallorca". El problema es que lo sufren los isleños. La asociación de vecinos de la Platja de Palma lo denunció en el último pleno municipal. Se centró en el ruido, el consumo de alcohol en la calle, los robos y la sobreocupación de la vía pública por parte de las terrazas de bares y restaurantes, sobre todo entre los balnearios 2 y 3.

En la sede de la entidad tienen un sonómetro que utilizan con asiduidad para comprobar que "habitualmente se supera el nivel máximo de decibelios. De los 55 permitidos, hay bares que en sus altavoces tienen más de 75, algo excesivo, ya que este incremento de ruido se mide en progresión geométrica", según la asociación de vecinos. En el pleno de Cort, su portavoz también explicó que "el canturreo a voz en grito es el pan de cada día y a veces se mezcla con gritos terroríficos", lo que les hace pensar que podría ser "un robo o una violación".

Una comerciante que prefiere no dar su nombre critica sobre todo las multitudes de jóvenes que siguen a una especie de guía hasta alguna de las discotecas de la zona "armando un gran jaleo". "Hay una treintena de guías sin asegurar y los grupos que llevan ocupan la calle y molestan a los paseantes", como explica.

Además, se ha incrementado la ocupación de la vía pública. "La ordenanza establece 2,4 metros de espacio libre en la acera para pasear, mientras que los negocios tienen permiso para una hilera de mesas y sillas, aunque nada de esto se cumple", en palabras del presidente de la asociación de vecinos. Los bares colocan dos o tres filas de mesas, por lo que casi no hay espacio para el peatón entre las fachadas de los edificios y las terrazas.

En cambio, el problema de los trileros -también conocidos como patateros, porque usan patatas- "ha disminuido", según afirma el portavoz de la entidad vecinal. "Este año hay menos, entre dos y cuatro grupos, dependiendo de la presión policial", indica.

Los altercados, robos, suciedad "en la segunda y tercera línea", venta ambulante ilegal y escasez de vigilancia policial -"sobre todo en la zona de la playa", según un residente- siguen a la orden del día, por lo que la asociación de vecinos pide a Cort que haga algo para evitarlo y traer así el ansiado turismo de calidad.

Pese a los planes de reforma de los que se habla año tras año, la Platja de Palma continúa siendo lo que cantaba Peor Imposible: ´Palma beach, after-sun, souvenir´ y lo que quiere el tipo de turista que este año ha aumentado.