"Por otras cosas no, pero por el Montepío los vecinos de Santa Catalina nos lo jugamos todo, porque forma parte de nuestra historia".

El veterano dirigente vecinal Pere Felip, presidente de la asociación del barrio y habitual protagonista de los plenos de Cort, está dispuesto a jugar su última carta para salvar el inmueble que fue durante 80 años la sede del Montepío del Arrabal, tras el varapalo de la comisión de centro-histórico de Cort que negó que el edificio ubicado en el número 30 de la calle Fàbrica posea valor patrimonial alguno digno de protección, pese a sus vigas de madera, sus baldosas hidráulicas, sus singulares piezas de mobiliario, sus columnas de fundición, la tipología de edificio popular del barrio y toda esa memoria ligada al asociacionismo, la solidaridad y la reivindicación obrera de los vecinos de la zona.

La centenaria institución se vio obligada el pasado 6 de febrero a abandonar el inmueble que ocupaba desde 1930, al no poder hacer frente a los pagos del alquiler sin las ayudas de las instituciones. Y ahora la asociación vecinal quiere que Cort evite a toda costa que el inmueble pueda, con un cambio de uso, mudar su aspecto y perder definitivamente la memoria de la institución que la ocupó, en la misma manzana donde antes también desaparecieron el cine Moderno y la Cruz Roja.

"El edificio posee un valor. Y negárselo es una decisión nefasta", defiende Pere Felip. "Pero no tiramos la toalla. Realizaremos una campaña ciudadana para hacer saber a todos lo que está en juego y yo iré al próximo pleno para que se escuchen las reivindicaciones de Santa Catalina", anuncia. "Aquí nos jugamos nuestra historia. Cuando no teníamos nada, cuando la gente del barrio pasaba dificultades, sabíamos que estaba el Montepío a nuestro lado, por eso se convirtió en la institución más querida para los vecinos de Santa Catalina", defiende.

La coalición PSM-IV-ExM, el grupo municipal que más se ha interesado por el problema, sabe que salvar la memoria del Montepío del Arrabal en su antigua sede no será una tarea fácil, confirma el concejal Antoni Verger, sobre todo en el actual momento económico, cuando la adquisición del inmueble se convierte en una propuesta totalmente inviable por la propia falta de liquidez municipal. Fue precisamente el grupo nacionalista el que pidió a la concejalía de Cultura que pusiera en marcha los trámites para la catalogación del edificio, aunque el dictamen de los técnicos ha sido finalmente negativo.

"Los técnicos no han reconocido el valor patrimonial y arquitectónico de un inmueble que indudablemente posee un valor histórico y también sentimental para Palma y para el barrio de Santa Catalina", comenta Verger. "El objetivo es que el local no pierda su carácter, pues cualquier transformación o modificación supondría acabar con una tradición, con una historia importante".

El portavoz nacionalista anuncia que en la próxima gerencia de urbanismo el grupo municipal que digire preguntará al equipo de gobierno sobre esta cuestión. Y al mismo tiempo preparará una moción para el próximo pleno "que sea asumible y que a la vez pueda dar algo de esperanza al mantenimiento del edificio".

"Un contrainforme de los valores históricos del inmueble o el local podría ser una vía para conseguir un grado de protección patriomonial –reflexiona Verger– o quizá que fuera el propio Ayuntamiento el que se comprometiera a mediar con la propiedad para que de algún modo se pudiera salvar la memoria del Montepío", añade.