A golpe de pandereta y a rasgueo de bandurria callejeaba ayer la tuna de la Escuela Universitaria de Turismo Felipe Moreno. Amanecía Cort y los primeros flashes para los cinco tunos se los llevaron de los turistas que buscaban alicientes más allá de la Catedral, los chiringuitos de souvenirs, las tiendas o la Lonja. Incluso cuatro amigos, dos parejas indias, ofrecían su especial namasté a ritmo de Clavelitos. La tuna entonaba su canto en honor de las vírgenes, estos días de fiesta según la tradición que aún se mantiene a pesar de que cada vez gusta mas Halloween.

"No notamos la crisis. Nos siguen dando propinas", aseguró el jefe de la tuna llamado Seta. Es norma que los tunos se cobijen bajo alias o apodos. De los cinco de ayer, el más veterano es Mejillón. Le aleccionaba a Profidén sobre los tránsitos por los que deberá pasar en su condición de novato. Para empezar, portar colgada de su espalda una L bien visible, como un novato conductor. Le prometían ser benignos.

"No te quejes. Conmigo fueron muy crueles. me hicieron cantar desnudo en una fuente. Era octubre y aunque estábamos en Almería, hacía fresquito", contó Mejillón.

La tuna de Turismo cuenta con doce integrantes, aunque ayer participaron en su segunda Ronda de las Verges de Ciutat de Palma tan sólo cinco. "Pero muy animosos", aseguraban todos a una, minutos antes de empezar a entonar los clásicos Clavelitos.

La idea era ir desde Cort y alcanzar Sindicat haciendo una pequeña maratón de tunos que recorrería Jaume II, plaza Major, Sant Miquel y plaza de España. Tras el pasacalles, empezaba el piropeo cantado a las chicas que pasaban muy cerca de estos hombres tan tunos. Para ellos, galanes con calzas negras y jubón, rondarle a una moza es su principal cometido. Los turistas que se iban acercando a la tuna mallorquina no paraban de sacarles fotos, aunque no sabían muy bien quiénes eran ni qué significaba ese extraño quinteto de hombres vestidos de negro y jaspeados de cintas y escudos de ciudades de todo el mundo.

Un año con mucha historia

A pesar de que la Tuna de la Escuela Universitaria de Turismo Felipe Moreno tan sólo tiene un año, los fundadores atesoran una experiencia de doce años. Es el caso de Seta, que ayer llevaba la batuta y jaleaba a los paseantes a que se arrimaran a ruego de los arrumacos de sus compañeros. En jaume II se escuchó a una moza: ¡Uy, que vienen los de la tuna!"