Las mujeres somos el 50,3% de la población de Balears, el 65,6% de los titulados universitarios y el 45,8% de la población activa de nuestra comunidad. En cambio, tenemos una tasa de empleo -porcentaje de mujeres que trabajan respecto a las que están en edad de trabajar- del 50,9%, mientras que en los hombres es del 61,5%, sólo ocupamos el 29,3% de los puestos de dirección y gerencia -en España es el 30,6%- y estamos lejos de conseguir el objetivo del 40% de mujeres en consejos de administración que propuso la Comisión Europea para 2020. Debemos alcanzar más puestos ejecutivos y de alta dirección pero también puestos medios y técnicos, más investigadoras, más presencia femenina en la formación profesional... Las mujeres queremos seguir creciendo en el ámbito laboral porque estamos en nuestro derecho y porque la igualdad es un camino sin retorno.

Hay que valorar positivamente lo ya avanzado por las empresas en cumplimiento de la Ley de Igualdad y, que según Eurostat, la brecha salarial en España está ya por debajo de la media de la Unión Europea. Sin embargo hemos de seguir avanzando porque el camino es largo y queda mucho por recorrer.

Desde CAEB trabajamos en propuestas sobre igualdad de oportunidades, reducción de brecha salarial, flexibilidad, conciliación laboral y todos aquellos aspectos que consideramos necesarios para avanzar en materia de igualdad. Creemos firmemente que el talento no tiene género, que la diversidad suma y tiene un impacto positivo en la productividad de las empresas. La reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres es una responsabilidad y un deseo por todos compartido. Es cierto que las mujeres tenemos una diferencia biológica que es la maternidad y afrontamos el desigual reparto de las tareas domésticas, aspecto este muy frecuente y en el que hay que mejorar. Pero la reivindicación de que 'a igual trabajo, igual salario' es un objetivo justo, lógico y esencial en nuestro sistema de garantías y en el marco de unas relaciones de trabajo protegidas por la ley y los convenios colectivos. Cualquier indicio de discriminación, en materia salarial o en cualquier otra, debe reprocharse y erradicarse de nuestra sociedad, y las empresas deben rechazar y eliminar cualquier discriminación directa o indirecta hacia las mujeres. Es nuestro compromiso para construir una sociedad más justa.

En materia de igualdad, en primer lugar, es fundamental contar con datos estadísticos salariales homologados para enfocar el tema correctamente y para avanzar de forma seria, rigurosa y transparente, dadas las enormes diferencias entre los distintos sectores y tipos de empresas, la fórmula más eficaz es la negociación colectiva y el diálogo con los representantes de los trabajadores en cada empresa. Las medidas que se adopten desde el ámbito normativo deben ser de carácter positivo incentivando la autorregulación, continuando la sensibilización y la concienciación de trabajadores y empresarios respecto a la gestión de la diversidad, del talento y la igualdad de oportunidades. No obstante, y además de las medidas que puedan adoptar las empresas, hay que insistir en otros focos de atención, porque si no se educa, conciencia y sensibiliza a la sociedad en su conjunto en materia de igualdad y corresponsabilidad, no conseguiremos el cambio cultural que necesitamos.

La igualdad es una carrera en la que tenemos una responsabilidad compartida. Necesitamos que las administraciones se impliquen favoreciendo y promoviendo la diversidad. Que lo hagan también las instituciones educativas, fomentando la igualdad de oportunidades. Que las empresas incorporen en mayor medida la cultura de la igualdad en sus políticas de atracción, promoción y retención de talento. Y que las personas, hombres y mujeres, lo tomemos como un reto y luchemos por ello. La igualdad real llegará cuando la sociedad en su conjunto lo asuma en su cultura, en sus valores, y lo integre como algo propio en sus comportamientos y en sus actos, porque la igualdad es un reto que es de justicia alcanzar, un camino que hemos iniciado y que no tiene vuelta atrás.