Mallorca no puede implantar una tarifa del Tren de Sóller para residentes, porque vulnera no sé cuántos tratados europeos y seguramente la Constitución. A continuación, el ministro de Transportes alemán introducía un peaje para los conductores extranjeros que viajan por las autopista de su país, en un movimiento que el semanario germano Der Spiegel califica de "violación del espíritu de las leyes de la UE, si no de su contenido". Los indígenas mallorquines estamos acostumbrados al europeísmo asimétrico, porque una nutrida representación de los invasores cometen en la isla atropellos que jamás intentarían en sus países de origen. Desde el balconing hasta el urbanismo salvaje.
Aportaremos un lacerante aunque minúsculo ejemplo. Este año se ha multiplicado en nuestras carreteras el número de coches extranjeros. Es decir, con matrículas que no se ajustan a la numeración local. Una buena cantidad de ellos corresponden a residentes en Mallorca que no se preocupan por cambiar las placas, ocasionando los correspondientes perjuicios fiscales a una comunidad que no les preocupa demasiado, por mucho que nos prediquen la enorme sensibilidad social de quienes no son mallorquines. Sobre todo, se supone que no se someten a la tramitación elemental y obligatoria porque saben que nadie va a multarlos.
Simultáneamente, Tráfico vela por nosotros mediante el anuncio de medidas de control de la documentación, el pago de cuotas y la matriculación de los coches de mallorquines, esa raza despreciable. Somos consciente del régimen colonial que nos hemos ganado con nuestros votos, y de que la primera regla de la dominación externa es que se note. Sin embargo, no estaría de más un mínimo gesto de advertencia hacia quienes consideran a Mallorca como un vertedero. A alguien que ignorara la necesidad de castigar a los nativos en favor de los suecoalemanes, le extrañaría que los radares para multar a mallorquines no detecten las matrículas ilegales. Incluso para castigar a alguna de ellas, con perdón.
