El 5 de Junio de 1981 la prestigiosa revista americana Morbidity and Mortality Weekly Report comunicaba la detección de cinco casos de una neumonía rara causados por un extraño microorganismo (Pneumocystis carinii). Estos pacientes tenían en común el ser jóvenes, homosexuales activos y previamente sanos. A partir de esta primera comunicación empezaron a observarse casos muy parecidos en diferentes hospitales de California y Nueva York.

A esta descripción clínica se la considera el primer informe oficial de la enfermedad que fue denominada en 1982 Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El primer caso demostrado en España se diagnosticó en octubre de 1981. En 1983, los investigadores franceses liderados por Luc Montagnier descubrieron el virus causante de la infección, un retrovirus-lentivirus, que fue denominado Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).

En 1999 se pudo confirmar el origen africano del VIH; procedía de chimpancés del África ecuatorial (virus inmunodeficiencia del simio, VIS), habiendo pasado al ser humano quizás por la infección accidental de cazadores o personas en contacto con estos animales. Este fenómeno habría ocurrido probablemente en 1920 en Kinshasa capital de la República Democrática del Congo, a partir de la cual se extendió por vía ferroviaria a los países de alrededor. A partir de 1960 el virus viajó a Haití y de allí a Estados Unidos, donde circuló durante unos veinte años de forma silente hasta aflorar clínicamente en 1981. Inicialmente se le denominó como el virus de las cuatro H, debido a que los principales grupos afectados eran los homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y haitianos.

Debe recordarse que la infección por el VIH no tiene una cura definitiva; la persona infectada lo estará toda la vida, ya que el VIH queda acantonado de forma latente en los llamados santuarios inmunológicos. Sin embargo, los fármacos antirretrovirales son capaces de controlar muy eficazmente la replicación viral, disminuyéndola al mínimo, ayudando a la prevención de su trasmisión. De este modo el sida actualmente debe ser considerado como una enfermedad crónica controlable que permite llevar una vida normal, sana y feliz.

Con el objetivo de poner fin a la epidemia de sida en 2030, las organizaciones internacionales proponen de forma conjunta aplicar de una forma inminente las siguientes actuaciones: la circuncisión masculina médica y voluntaria, lo que reduce en un 60% la trasmisión del VIH de la mujer al hombre, la profilaxis preexposición, es decir la toma de antirretrovirales en personas sanas previa a una exposición de riesgo y el uso de preservativos en las relaciones sexuales. Además, consideran trascendental la necesidad de ofrecer antirretrovirales a toda persona infectada tan pronto como se realice el diagnóstico (lo antes posible). Con todo ello las infecciones por el VIH podrían no desaparecer en un futuro inmediato, pero la epidemia de sida puede llegar a su fin y dejar de serlo en el contexto de amenaza mundial contra la salud pública.

Para llegar con éxito a este objetivo deben agilizarse los programas de prevención y tratamiento del VIH, lo cuál determinará que la epidemia se mantenga en niveles manejables y facilitará el paso a la fase de eliminación. Si se responde de forma lenta, la epidemia de sida seguirá creciendo comportando un aumento inaceptable de pérdidas humanas y del gasto económico para su prevención.

El acceso al tratamiento y prevención del VIH aumenta el potencial económico de los países debido al incremento en la esperanza de vida y la mejoría de la salud de las personas que viven con el virus. Con ello se evitarán pérdidas futuras de productividad, se obtendrá una disminución en el gasto, por las personas que nunca contraerán la infección y por la disminución del número de niños que quedarían huérfanos a causa del sida.

Desde 1988 cada 1 de diciembre se celebra el día mundial del sida, en el que se recuerda la situación de esta enfermedad en el mundo, se elaboran informes y propuestas de eliminación en el futuro y se mantiene presente en la memoria colectiva la persistencia de esta enfermedad en nuestro entorno.

En 2016 se cumplen 35 años de sida en el mundo, con más de 35 millones de fallecidos, 35 millones de infectados y sin un final demasiado cercano, a pesar de existir unos 14 millones de personas con tratamientos antirretrovirales activos. Alrededor del 30% de las personas infectadas desconocen que lo están, siendo este grupo el que impide la eliminación definitiva del VIH, ya que con sus prácticas sociales y sexuales lo siguen trasmitiendo al resto de la población. Por ello uno de los objetivos es localizar a estas personas a través de campañas que fomenten y favorezcan la detección serológica de la infección por este virus (hacerse la prueba del VIH). Deben darse las condiciones de gratuidad, confidencialidad y calidad técnica para que las personas en general, y no sólo los denominados grupos de riesgo, reconozcan la necesidad de este proceso.

Aunque el tratamiento es una herramienta básica y fundamental para hacer frente al sida, la única forma de erradicar el VIH de la población humana será la utilización de una vacuna de elevada eficacia protectora. Llevamos 35 años conociendo al VIH y no nos lo está poniendo fácil. Las características biológicas del virus que le permiten mutar y cambiar constantemente, hacen muy difícil encontrar aquella proteína constante y estable que permita obtener una protección inmunológica estable y sobretodo duradera.

El reto de los próximos años es conseguir esa tan deseada vacuna contra el VIH. Sólo su aplicación rutinaria en la infancia permitirá eliminar al VIH de la población humana, tal y como se consiguió con el virus de la viruela. Aunque debe recordarse que el VIH procede del VIS de los simios y éste a su vez de un virus prototipo que utiliza como reservorio natural algunas especies de murciélagos africanos. Por ello los esfuerzos deben centrarse en los procesos de prevención y aunque el VIH está genéticamente adaptado a la especie humana, no va a revertir de nuevo y desaparecer por sí mismo.

El sida es un problema humano y social que nos afecta a todos por igual, de modo que cualquier actuación frente a él debe ser multidisciplinar y multifactorial. No sólo la ciencia eliminará el VIH, es preciso actuaciones sociales, laborales y sobretodo educativas dirigidas hacia las nuevas generaciones, que no han vivido el sida de cerca y que les parece algo no trascendental y del pasado, no adoptando con ello medidas preventivas.

* Unidad de Virología.

Hospital Universitario Son Espases (UIB)