Teresa Romero ha dado negativo y todos nos alegramos; unos por empatía, otros por temor al ébola y unos pocos porque ven esfumarse una crisis que no han sabido gestionar. La auxiliar está eufórica y con ganas de volver a casa donde espera encontrar a Excálibur, a quien imagina esperándola, y por quien no ha dejado de preguntar. Pero Excálibur no está. Alguien decidió que sobraba en esta historia.

Sorprende la celeridad con la que se decretó la ejecución, que no eutanasia, de un perro que, de haber estado infectado, ya habría esparcido el virus por el vecindario. Habría sido más lógico aislarle para su observación si había un atisbo de esperanza de final feliz. El sacrificio de Excálibur demuestra la poca fe de los mandamases en esa posibilidad y su necesidad de aparentar mano firme ante el temporal, con un enérgico e inútil golpe de timón. Recuerda otras decisiones históricas como alejar al Prestige de la costa minimizando el riesgo de unos "hilillos de plastilina" y contrasta con la reciente actuación, en un caso idéntico, del alcalde de Dallas: "El perro es muy importante para la paciente y queremos que esté a salvo". Excálibur anduvo paseando y orinando por su barrio unas dos semanas entre el contagio de Teresa y su ejecución. Si estaba enfermo, de poco habrá servido su muerte. Este invisible chapapote ya inunda las calles de Alcorcón.

Mientras, Rajoy y Mato dicen: "dejen trabajar a los profesionales". ¿Con qué medios y con qué presupuesto, señores? ¿Con el que se ha dilapidado en Bankia a base de mariscadas? Los culpables de esta nueva marea negra no van a cuatro patas sino en coche oficial y no orinan en la calle pero sí en nuestras caras, recortando en sanidad y en investigación lo que no escatiman en fiestas de cumpleaños. La chapuza está servida, el perro muerto y el ébola presuntamente en la calle.

Hay quien dice que no debemos llorar a un perro cuando hay tanto africano muriendo. Yo he llorado con Teresa y Javier por Excálibur y, a los que eso pueda molestar, decirles que también, desde que tengo uso de sufragio y cuenta bancaria, vengo votando a partidos partidarios de ayudar al Sur y de quitar concertinas y colaboro, como muchos de los que firmaron para salvar su vida, con organizaciones de ayuda al "Tercer Mundo"; ese en el cual estamos a un paso de entrar por la inoperancia y poca gracia de Ana Mato y los Rajoy´s Boys. Tal vez ahora las concertinas nos las pongan en el Pirineo. Los que se escandalizan suelen cambiar de canal cuando ven negros muriendo y piensan que alguien debería hacer algo o maldicen al verlos llegar en pateras. ¡Qué irónico! El ébola ha entrado en Europa con pasaporte español y su antídoto en forma de sangre africana bajo la negra piel de sor Paciencia.

Deseo que Excálibur haya muerto en vano; que su orina estuviera limpia y, por ende, las calles de Alcorcón. Deseo que Teresa se recupere y que pueda llorar junto a Javier a su añorado amigo. Desearía vivir en un lugar donde el dinero se destinara a lo que importa y no a los importantes. La buena noticia es que, tal vez ahora sí habrá presupuesto para encontrar remedio a los males de África que, por lo visto, no está, después de todo, tan lejos como creíamos.

*Presidente honorífico de la Plataforma Balear per a la Defensa dels Animals (Baldea)