Días internacionales los hay para todos los gustos, aunque de su revisión pueda concluirse que, en su conjunto, están pidiendo a gritos mano de santo: la de cualquiera de esos santos con quienes compiten por el protagonismo y a los que a veces relegan sin más mérito que el que pudiera tener, pongo por caso, San Serenín del Monte.

Y bien está que el Día del Domund, o el del Glorioso Alzamiento Nacional, hayan mordido el polvo frente a aconteceres con menos pringue, pero tras repasar la lista de Días Mundiales (el próximo miércoles es el del Libro) uno no puede por menos que plantearse quién/es los habrá elegido, con qué criterio y cual será el objetivo de algunos en conjunto tan abigarrado. Porque los hay justicieros, para excitar la compasión, concienciarnos o buscar la sintonía, y coexisten desde efemérides a otros de misterioso propósito como ese "Día mundial de la usabilidad", el segundo jueves de noviembre. Algunos tan genéricos -Día del turismo, de la población o el Día del hábitat- que se dirían elegidos para darnos un respiro y librarnos por unas horas de esa parte alícuota de responsabilidad que nos corresponde por el simple hecho de existir, mientras que otros son redundantes y un algo tendenciosos. Si ya existe el Día de la Paz, ¿por qué el del Personal de paz de la ONU?

Sin embargo, hay más razones para la estupefacción, cuando no la abierta crítica. De entrada, cualquiera advertirá que algunos están metidos con calzador (días del correo o de la estadística), o que no pueden primarse por igual los derechos del enfermo que los del autor, menos de una semana después. A continuación, el intento de agruparlos por áreas evidencia una selección casi azarosa y una priorización muchas veces cuestionable. Se mezclan apelaciones a la solidaridad con denuncias de lacras sociales y generalidades con tintes cósmicos, porque el 23 de marzo es el "Día meteorológico mundial", que a saber cómo podrá aumentar el "capital social" a que aspiran los aguijonazos a la conciencia colectiva.

Las enfermedades tienen cierto protagonismo siquiera por el número de días a ellas asignadas, bien de modo global (jornada mundial del enfermo, el 11 de febrero), por capítulos patológicos a veces repetidos (día contra el cáncer el 3 de febrero, y semana europea contra el cáncer en octubre) o dedicación a dolencias concretas y, en este caso, llama la atención una selección que mueve a la perplejidad. Se mencionan tres enfermedades cancerosas pero no el cáncer de colon, uno de los más frecuentes. Sin embargo, existe el día de la rabia o el de la espina bífida, con unas prevalencias muy inferiores. Asimismo, hay jornadas dedicadas a órganos corporales, en concreto riñón, corazón y vista (aunque también exista otra específica para el glaucoma); ¿y por qué se han relegado el hígado o el cerebro, por un decir?

Y es que no podrá argüirse lo limitado del calendario, porque hay un Día internacional de la mujer y otro para la mujer rural (?) pero no para la urbana o el varón, y pueden repasarse los que podríamos tildar de "días fisiológicos" sin que pueda colegirse cuál será su utilidad: día del sueño, de la voz (me planteo si podrá referirse al concurso televisivo), la actividad física o la nutrición, ésta por duplicado. ¡Y de la salud prostática, el 15 de septiembre! ¿Y por qué relegar al olvido los ovarios, las trompas de Falopio o las articulaciones? En cuanto a los derechos humanos, y a más del genérico (10 de diciembre), se duplica la conmemoración del fin de la esclavitud (23 de agosto y 2 de diciembre). Y hay un día para el trasplante y otro más para los enfermos trasplantados, pero ninguno, por mencionar algo novedoso, sobre la genética y sus posibilidades terapéuticas. En cuanto al medio ambiente, 3 días distintos se gozan del agua, otro para el espacio (sin mayor precisión, así que ignoro si es el espacio exterior o acaso el doméstico) y uno más para la "reducción de los desastres naturales" que supongo se halla a la espera de mayor concreción.

El 26 de Abril se asigna a la propiedad intelectual, aunque las actuaciones al respecto dejen bastante que desear; hay un Día mundial del ahorro pero no contra la rapiña por mejor sintonizar con estos tiempos, el "Día del uso prudente de antibióticos" podría transformarse en "uso prudente del poder", una "Semana del desarme" a la que se viene haciendo ningún caso o el Día mundial de la filosofía, que tal vez fuera oportuno cambiar por ética. Con semejantes mimbres, y me dejo otros en el tintero igualmente cuestionables, puede afirmarse que el listado evidencia un déficit democrático tan internacional como las propias dedicatorias de esa amalgama de conmemoraciones y buenos deseos. Queda pendiente un consenso mayoritario que decidiese cuáles son las 365 situaciones que merecerían ser evocadas y, entretanto, quizá fuese mejor celebrar, frente a según qué propuestas, el Día del cabreo colectivo. O la caída de cualquier Imperio, por si ciertas multinacionales se dieran por aludidas.