El bullicipio propio de los centros escolares se está convirtiendo, en algunos de sus apartados, en punto de ebullición. Conviene distinguir entre una cosa y otra. Lo primero significa alegría y actividad. Lo segundo, temperatura al alza y conflictividad, cuando menos ocasional Sin dramatizar ni exagerar, el hecho es que el acoso y el enfrentamiento se incrementa en los centros escolares de Balears. No alcanza tintes de alarma desproporcionada, pero sí de preocupación sobre un fenómeno al alza que conviene diseccionar en su justa medida y afrontar con responsabilidad.

En el peor momento, cuando el horno no está para bollos, porque los centros escolares del archipiélago ya tienen de sobra con los recortes, el TIL y todos sus derivados y satélites, llegan noticias puntuales y contrastadas en el sentido de que la violencia va al alza entre pupitres y pizarras. La última memoria del Institut per la Convivència i l´Exit Escolar (Convivèxit) arroja unos datos que no pueden ser pasados por alto. Exigen una interpretación y una respuesta adecuada. En el último curso escolar se contabilizaron 179 casos de acoso entre alumnos, 619 agresiones físicas o verbales a profesorado, 77 episodios de ciberacoso y 14 casos de violencia de género. Con todo ello, los expedientes disciplinarios abiertos a alumnos han aumentado en un 300%. Es verdad que, en números globales, no afectan ni siquiera al 1% de la población escolar y que los casos de acoso, a pesar de todo, se quedan como una excepción en el conjunto de la población escolar.

Sin embargo, la situación no puede encallarse ni abandonarse en este punto desde el momento en que se confirma un claro incremento de la problemática. La Policía está incluso investigando ahora un posible episodio de bulliyng.

La conselleria de Educación indica que aparecen más casos registrados porque el número de datos remitidos por los colegios a la memoria de Convivèxit también se ha vuelto mucho más abultado. Los docentes, por su parte, hacen mayor incidencia en que el aumento de ratios, los ajustes y recortes de profesorados y el incremento de horas lectivas han contribuido a aumentar el problema o, lo que es lo mismo, impiden afrontarlo de forma adecuada.

Lo más probable, con escaso margen de error, es que ambas cosas acaben siendo ciertas y determinantes. Más datos y por tanto mayor aproximación a la realidad, por un lado y, por otro, precariedad de medios para afrontarla.

Es a partir de esta confluencia de elementos que se vuelve imprescindible actuar sin demora. Existen diversas iniciativas, desde una especie de carnet por puntos semejante al de conducir, a la organización de actividades que fomenten la convivencia, con participación de los padres. Todo, excepto la parálisis, puede ser válido en distinta medida.