El PSOE ha ganado en Balears elecciones generales, por última vez en el cercano 2008. Sin embargo, nunca se ha impuesto en unas autonómicas. Esta evidencia constata el fracaso de la institución dinástica denominada PSIB, que suena a pizza recalentada. Ahora han urdido unas primarias abiertas, aunque nadie conoce a una sola persona ajena al cotarro que desee realizar el doble esfuerzo de inscribirse como simpatizante y votar. Mal andamos, si no puedes colocar un producto gratuito. El masoquismo tiene un límite, pese a que cada vez hay menos socialistas específicos y más progresistas genéricos.

Pelearán Francinaina Armengol y Aina Calvo. Dejaremos de lado a Conan Mesquida, porque nos desbarata el trabalenguas Ainafrancinainafrancinaina. Ahora imaginen que se busca un sustituto para el desastroso autor de esta sección, salvo que yo dicto el reglamento de la sucesión, yo selecciono los requisitos que deben reunir los candidatos, yo decido quién votará, yo efectúo el recuento de sufragios emitidos por los lectores y, en la última pirueta, yo me presento para reemplazarme a mí mismo con mis reglas. ¿Quién resultará elegido? Ainafrancinaina deben recorrer la misma distancia en las primarias, pero la exalcaldesa de Palma tiene que hacerlo cuesta arriba, con una pierna atada a la espalda. Y me olvidaba del saco de 50 kilos.

Si Armengol gana el experimento controlado que ha diseñado, qué valor tienen las primarias. La reelección asfixia la renovación, aunque la secretaria general no es la culpable de la marginalidad mayoritaria del endriago PP/PSOE. Detentan el poder, por fin cuadra el verbo despótico de uso permanentemente incorrecto. El bifosilismo insiste en que no es residual porque reúne millones de votos. Por mucha basura que se amontone, sigue siendo un residuo. Pero no nos dejemos arrastrar por la grandilocuencia. Aina Calvo aspira a un desnudamiento integral del PSOE balear. Armengol se conforma con una leve capa de maquillaje. Puede que sea demasiado tarde para ambas cosas.