Sostiene Rafel Bosch, conseller de Educación y portavoz del Govern, que la principal acción del Ejecutivo de Bauzá en este primer año ha sido evitar la quiebra de Balears. Se han tomado medidas, afirma Bosch, que han contenido el desplome total de las cuentas públicas: ese es el primordial logro. En paralelo, Pep Ignasi Aguiló, vicepresidente económico, indica que 2013 será el año de la recuperación: esos ajustes implementados –a los que se refería el portavoz– junto a los del gobierno central, más el dinamismo de la economía turística, explicarán el positivo proceso. Estas solemnes declaraciones imponen unos comentarios precisos. En primer lugar, que el Govern no vea más elemento positivo a destacar en su primer año de gestión que ese pretendido freno a la caída de la hacienda pública, no deja de ser un parco balance, tras los reiterados anuncios triunfalistas que se hicieron hace doce meses. En segundo término, el argumento es falaz: hablar de quiebra para una economía es algo que tiene una enorme carga de profundidad, y debe demostrarse de una forma solvente. Y ni ahora, ni hace un año, las cuentas se hallan en esa situación. Jugar con esos términos catastrofistas y, sobre todo, ponerlos como el principal activo de la acción de un Govern, toda vez que se ha evitado –según Bosch– un hundimiento que se veía inevitable, constituye un nuevo ejercicio de irresponsabilidad por parte del aparato de comunicación del Ejecutivo. Más que nada porque no es verdad.

La idea de la quiebra la han utilizado los conservadores muchas veces, estando en la oposición. La irrefrenable Mabel Cabrer me lo espetó en distintas ocasiones, desde la tribuna del Parlament; también el excesivamente elogiado Antoni Pastor se despachó a gusto con este tema, hasta el punto de que llegó a afirmar que la prórroga del presupuesto casi acabaría con la comunidad y era el principal problema económico de Balears. Siempre se les contestó que esos posicionamientos eran excesivos, inexactos e irresponsables; pero eran, sin duda, buena munición para atacar al adversario y erosionarlo. Todo esto está recogido en el Diario de Sesiones y es comprobable: las palabras escritas, por fortuna, no se las lleva el viento; y todos somos sus prisioneros. Para bien y para mal. Pero vayamos por partes:

1. Balears nunca ha estado en situación de quiebra. Eso hubiera implicado la paralización absoluta de la administración pública por la falta total de recursos. Los problemas en las caídas de ingresos –comunes a todas las administraciones– no suponían la incapacidad para hacer frente a los pagos perentorios del sector público, con todas las dificultades que nadie ha negado. Decir, como se dijo, que, por ejemplo, peligraban las nóminas, supuso uno de los grandes errores de comunicación de Bauzá y su equipo. La quiebra ni era inminente (como ha sugerido Bosch) ni era irreversible (como inferiría no poder saldar los sueldos a los trabajadores públicos). Ese mensaje sólo tradujo inseguridad. Y desconfianza.

2. Balears cerrará 2012 con un déficit público superior al permitido: rondará el 3% sobre PIB. Se incumplirán los preceptos del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Por consiguiente, esas medidas milagrosas de las que se habla en el Govern no habrán conducido al principal activo que Bosch ha puesto sobre la mesa, como triunfo del Ejecutivo. Con todo, nadie en su sano juicio argüirá situaciones de quiebra (como, reitero, sí hizo el PP en su momento), toda vez que las transferencias del Estado garantizan el funcionamiento de las administraciones públicas (otra cosa es el pago a los proveedores). Al mismo tiempo, el endeudamiento se va a incrementar de forma notoria: llegará hasta los casi 7.000 millones de euros al terminar la legislatura. Otro indicador, pues, fallido para las previsiones conservadoras, que siempre ha hablado de reducir de manera drástica la deuda pública.

3. Veamos algunos datos macroeconómicos centrales (las fuentes: Dirección General de Economía del Govern, Agencia Tributaria, IBESTAT e INE), y hagamos las comparaciones pertinentes para 2011 y 2012, entre mayo y mayo. Y empecemos por el más significativo: el PIB. Éste avanzó durante todo el 2010 (desde el primer trimestre) hasta alcanzar tasas de recuperación el cuarto trimestre (+0,2) y sostener esos guarismos positivos en el primer (+0,3) y segundo (+0,6) trimestres de 2011. Técnicamente, se había salido de la recesión. El paro fue descendiendo a lo largo del segundo semestre de 2010 y hasta mayo de 2011; los afiliados a la Seguridad Social crecieron, y la tasa de paro se situó en el 25% en mayo de 2011. El corolario: el ligero repunte de la recaudación fiscal, en comparación con otras comunidades autónomas. Así y todo, nunca hablamos de "brotes verdes": sí de recuperación que debía consolidarse con trimestres posteriores. En estos resultados, la inversión pública tenía, a nuestro entender, un papel esencial. Como contraste, los mismos indicadores para 2012 son ilustrativos: se ha entrado de nuevo en recesión, al encadenar otra vez (como en 2009 y primeros meses de 2010) dos trimestres consecutivos con tasas negativas; la destrucción de puestos de trabajo no ha cesado de crecer de manera gradual, la afiliación se ha reducido un 4% en mayo de 2012, y la tasa de paro se ha elevado al 28%. Los recortes aplicados y los anunciados, junto a la falta de inversión con recursos propios y la renuncia a reclamar las partidas estatutarias, significan el gran contrapunto en esta política económica. El desenlace: la pérdida de la recaudación fiscal.

4. Tiene razón el vicepresidente cuando afirma que la fortaleza del turismo ayudará a salir de la crisis. Y que Balears puede ser una de las primeras comunidades en alcanzar tasas de crecimiento más positivas. Es, esta, una constante que depende, sobre todo, de condicionantes externos, de la evolución de los mercados internacionales. Pero lo que atañe a factores internos, a una estrategia propia con una hoja de ruta concreta (que contemple, por ejemplo, algunas políticas de inversión pública, por tímidas que sean atendiendo la situación actual), factores que resultan vitales para consolidar el crecimiento económico, no se aprecian entre los objetivos del Govern. Para Bauzá y su equipo, todo parece reducirse a la contracción estricta del gasto público (a los recortes), a pesar de que esas líneas de actuación no transportan al deseado fin de equilibrar las cuentas públicas, habida cuenta la persistencia en la caída de los ingresos tributarios.

En síntesis, el primer año de Bauzá al frente del Govern se ha traducido en una retahíla de ineficiencias en el campo económico, aderezadas con errores monumentales en la esfera más estrictamente política y una descoordinación clamorosa. Escaso bagaje para seguir instalado, el president, en esa soberbia y distanciamiento que parecen ser sus sellos inequívocos de identidad.