Durante estos días asistimos, y se supone que asistiremos en las próximas semanas o meses, al deplorable espectáculo de personas relevantes en el ámbito político y/o empresarial haciendo el paseíllo en los juzgados como imputados, aunque de momento no como culpables. Es un hecho, la pura y dura realidad, que la corrupción existe en nuestra comunidad, lo que supone que hay corruptos y corruptores. Pero para ser políticamente correctos cuando nos referimos a sus previsibles autores debemos dirigirnos a ellos como "presuntos" corruptos. Varias cosas resultan preocupantes de tal espectáculo. En primer lugar, una cierta percepción ciudadana de que en la mayoría de casos los presuntos culpables, aunque finalmente se les consideren responsables de sus actos, no van a cumplir sus penas. En segundo lugar, una determinada sensación que trasmite la consideración de que todos los políticos son iguales, léase presuntos corruptos por acción u omisión.

En la web de la Fundació Gadeso, www.gadeso.org, se incluye una encuesta: "En los últimos tiempos se han producido numerosos casos de corrupción y malversación de fondos públicos. Teniendo en cuenta la relevancia de los imputados y el funcionamiento de la justicia, ¿cree usted que los acusados (se supone que en caso de ser condenados) cumplirán sus condenas?". Hasta el día de hoy han respondido a la encuesta, después de cuatro días de estar disponible, un total de 253 personas. Sin que pueda considerarse una muestra representativa, los resultados son elocuentes: más de un 81% considera que "no cumplirán sus condenas". A este descorazonador dato, se puede añadir otro dato (no publicado) en el que consta que casi un 70% de nuestros ciudadanos y ciudadanas consideran a la denominada clase política como real o potencialmente corrupta. Tal porcentaje es, o debería ser, altamente preocupante.

¿Tiene futuro una sociedad, la nuestra, que considera que la corrupción es una situación generalizada, especialmente entre la clase política, y que sus posibles culpables pueden resultar "oficialmente" inocentes? En primer lugar, no es cierto que la inmensa mayoría de políticos sean corruptos. Sólo es visible la punta del iceberg, la corrupta; mientras el resto, el 90% honrado del iceberg, permanece invisible. La inmensa mayoría, no visible, de los que dedican tiempo y energías a la gestión pública son personas básicamente honradas, con sus errores incluidos. Pero no son noticia. Lo son los "presuntos" corruptos y corruptores (políticos, empresarios, y otros especímenes), que han llevado su desfachatez a límites insospechados: permutar una vaquería por más de 2000 apartamentos, utilizar la tarjeta de la institución para vicios (?) o gastos privados. Pero hay más. Cuando se ven cazados en sus propias redes se extrañan y quedan perplejos, alegando persecuciones políticas o enfermedades. Se ha llegado a un cinismo tal que algunos "presuntos" han puesto mano a la caja común considerándose impunes a toda posible reclamación. En segundo lugar, en el caso de ser considerados culpables, ¿cumplirán sus condenas? El pesimismo ciudadano tiene fundamento con nombres y apellidos. Desgraciadamente hay suficientes antecedentes: lentitud de la justicia que posibilita la construcción de coartadas, buenos abogados, defectos de forma, prescripción de los delitos?

Los ciudadanos y ciudadanas tenemos derecho y obligación de no aceptar y rebelarnos ante la corrupción, los "presuntos" corruptos y corruptores, y ante posibles impunidades aún siendo considerados culpables.