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Entrevista

Salvadora Delgado: "De Lacy me ha formado muy bien y opero muy rápido, pero el futuro pasa por que no haya cirujanos"

"La detección precoz nos traerá a más pacientes con cáncer, pero en una fase en la que les podremos curar"

Salvadora Delgado posa en un pasillo del hospital de Son Llàtzer antes de responder a las preguntas de este rotativo. Manu Mielniezuk

-¿Qué hace una eminente cirujana digestiva como usted en un hospital como Son Llàtzer?

-Para empezar, no soy ninguna eminente cirujana, tan solo soy una cirujana gastrointestinal que he trabajado en el Clínic de Barcelona durante los últimos 24 años pero que últimamente estaba desarrollando allí labores de jefe de sección de urgencias, un trabajo que sinceramente no me llenaba demasiado. Necesitaba un cambio en mi vida.

-¿Y cómo surgió la oportunidad de venir aquí?

-Me llamó el jefe de cirugía general y digestiva, Andrés Cifuentes, para preguntarme si conocía de alguien que quisiera venir para coordinar una unidad de cirugía colorrectal que quería montar en el servicio. Cifuentes hizo la residencia conmigo, era mi residente mayor cuando yo empecé. Además, otros dos cirujanos del servicio, Salvador Pascual y Juan Romero, también coincidieron conmigo durante los cinco años de residencia que pasé en el Clínic.

-Un cúmulo de coincidencias...

-Sí. Ya conocía Palma porque había venido antes a operar a la Juaneda con Antonio de Lacy y sabía que aquí se vivía muy bien. También ha pesado que conociera a los cirujanos del servicio y que este hospital tuviera un volumen grande de pacientes. Y, por último, que me ofrecieran un proyecto que me permitiera crecer y organizar una unidad. Además, como he dicho antes, trabajar en urgencias no era mi ilusión.

-¿No ha pesado en su decisión trabajar durante 24 años a las órdenes de un cirujano tan exigente y absorbente como Antonio de Lacy?

-No, ni mucho menos. Con el doctor De Lacy mantengo una estupenda relación y siempre me he referido a él como mi maestro quirúrgico. Respecto a su exigencia, yo también soy muy exigente. Después de 24 años trabajando juntos, se puede decir que tenemos el mismo nivel de exigencia.

-La cirugía laparoscópica (minímamente invasiva) no debe tener ningún secreto para usted después de trabajar tanto tiempo con uno de sus máximos exponentes mundiales. ¿La va a desarrollar más en Son Llàtzer?

-La laparoscopia ya está plenamente instalada en este hospital, ya se opera realizando mínimas incisiones. Pero el futuro de la cirugía pasa por hacerlo todo a través de los orificios naturales del cuerpo. Operar y extraer los órganos intervenidos a través del recto, por ejemplo. El único problema es que todavía no tenemos el material quirúrgico para poder hacer todas las operaciones a través de los orificios naturales y tenemos que emplear técnicas híbridas.

-¿En qué consisten estas técnicas híbridas?

-En intervenir al paciente a través de pequeñas incisiones (laparoscopia) y luego extraer lo que hemos intervenido a través de un orificio natural. Mejorar la laparoscopia va a resultar difícil y va a llevar tiempo. El siguiente paso de esta técnica es cómo agredir menos al paciente.

-Póngame un ejemplo de qué diferencias comportan operar a un paciente con una intervención abierta convencional frente a una laparoscópica.

-En una operación de un cáncer de recto, por ejemplo, con la cirugía abierta te ves obligada a tocar el intestino que, ante esta manipulación, se para durante cuatro días en los que el paciente no podrá ingerir nada por sus propios medios. A esto se une el dolor por la gran incisión que has tenido que hacer, los posibles problemas que tenga para respirar que se pueden complicar con una neumonía...

-¿Y con laparoscopia?

-Operamos a través de pequeñas incisiones y no tocamos el intestino, evitando su parada. El paciente puede comer al día siguiente de la intervención. Tiene menos dolor porque las cicatrices son apenas imperceptibles, menos posibilidades de sufrir una infección, menos neumonías... Tras la intervención pasará unos 5 días ingresado frente a los entre siete y catorce que ha de permanecer hospitalizado tras una operación convencional.

-Esta técnica es entonces rentable, ahorra dinero...

-Sí. El material que utilizamos para operar es mucho más caro, pero esto se compensa con la disminución de complicaciones para el paciente y con el menor tiempo de hospitalización. Una pinza de laparoscopia resulta menos cara que tratar una neumonía.

-¿Va a emplear esta técnica con los tumores colorrectales?

-La laparoscopia ya se emplea con los cáncer de colon y recto, aunque solo un 25% de los tumores de colon se operan de media en el país con esta técnica.

-¿Y en Son Llàtzer?

-Todos se abordan inicialmente con laparoscopia aunque si se comprueba que el tumor está diseminado, si se ha extendido a otros órganos, se adopta el criterio de conversión, se pasa a la cirugía abierta. Mi idea es establecer protocolos para estandarizar esta técnica. No hay que olvidar que es la experiencia del grupo quirúrgico, en el que incluyo a anestesistas y enfermeras, la que define los criterios de las operaciones.

-Esta comunidad está comenzando a diseñar un programa de detección precoz de cáncer de colon. ¿Es esta la mejor manera de abordar el problema?

-El mejor tratamiento del cáncer colorrectal es, sin ninguna duda, la prevención y la detección precoz. Es el pilar en el que se debe basar su tratamiento. Esta detección precoz nos traerá más pacientes, pero en una fase más inicial que es la única que podemos curar.

-Afirmó en alguna ocasión que la cirugía es cosa de hombres. ¿A qué ha tenido que renunciar para dedicarse a este trabajo?

-A tener hijos. Durante mi edad reproductiva yo solo quería ser una buena cirujana. Mi horario, de ocho de la mañana hasta las once de la noche o la una de la madrugada, la tesis o las publicaciones en revistas científicas no eran compatibles con tener a unos niños en casa. Un hombre sí puede hacerlo porque su mujer se encarga de estas tareas.

-Ahora se va a tomar las cosas con más tranquilidad...

-No, no he venido a Palma a relajarme, yo no puedo estar parada. Quiero crear una unidad colorrectal con visibilidad en toda España. Y hay volumen para hacerlo porque en Son Llàtzer se tratan a 225 pacientes con esta patología al año.

-¿Cuál ha sido su momento más complicado?

-Venir aquí ha sido una decisión muy difícil porque soy muy familiar y he dejado a mis padres y a mis cinco hermanas en Barcelona.

-¿Y el más gratificante?

-El día que me dieron la plaza de adjunta (ya como cirujana gastrointestinal) en el Clínic de Barcelona tras terminar la residencia.

-¿Su operación más difícil?

-No lo sé. He hecho más de 2.000 operaciones por laparoscopia. Es más complicado operar a un paciente joven con la enfermedad de Crohn, por ejemplo.

-¿La más larga?

-Un trasplante hepático que duró más de 24 horas y en el que hubo que cambiar varias veces de equipo por complicaciones técnicas. Afortunadamente, De Lacy me formó muy bien y soy muy rápida operando.

-¿Cómo se le dice a un paciente que tiene cáncer?

-Desgraciadamente, la palabra cáncer sigue siendo tabú. Es importante trasmitir al enfermo que hay muchas opciones terapéuticas y que incluso en una fase muy avanzada puedes alargarle la supervivencia. Es más fácil comunicarle a un paciente que tiene cáncer que con una operación se curará que decirle a un joven de 20 años con Crohn que probablemente le tendrás que operar siete veces más y que la enfermedad le acompañará toda su vida.

-¿También le hacen su instrumental quirúrgico en Japón?

-No, a mi no. Pero cada vez es más necesaria la colaboración entre los cirujanos y los ingenieros biomédicos. Muchas veces necesitamos material y tecnología y carecemos del conocimiento para hacerlo. La inversión de la industria, paralizada en estos años de crisis, es muy importante para perfeccionar las cirugías.

-¿Cuál es el futuro de la cirugía?

-Una cirugía sin incisiones y, aunque sea tirar piedras contra mi propio tejado, el futuro de la Medicina pasa por que no haya cirujanos.

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