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Entrevista

"A mis 80 años seguiré buceando mientras respire porque el mar es como mi hogar"

"¿El momento más peligroso? Cuando iba al mar en coche. Las autopistas son lugares muy peligrosos", afirma esta bióloga marina, escritora, exploradora-residente de National Geographic

Sylvia Earle, durante la entrevista concedida a este diario tras sumergirse en aguas del litoral mallorquín. Guillem Bosch

La doctora Sylvia Earle y su equipo está de visita en Mallorca para colaborar con la Asociación Ondine (ONG local que promueve la conservación y la gestión de los ecosistemas marinos de Balears) y dar a conocer su proyecto Mission Blue cuyo objetivo es recabar el apoyo de la sociedad para proteger los Hope Spots (Puntos para la Esperanza), lugares especiales cuya protección es esencial para la salud de los mares. Hasta la fecha, Mission Blue ha identificado 50 Hope Spots de los que tan solo uno se encuentra en Europa, en Noruega. Tras sumergirse ayer en aguas de Mallorca, la doctora Earle lo tiene bien claro: las aguas de Balears serán uno de ellos.

¿Cómo definiría la situación del mar balear?

Antes que nada he de decir que estoy muy contenta de estar aquí. Es mi primera visita pero probablemente no será la última. Es un lugar maravilloso, tanto encima como debajo de la superficie marina. El mar muestra aquí un estado muy saludable y robusto, mucho más que en otros lugares del Mediterráneo. En esta zona la gente ha empezado a actuar y los beneficios ya se están notando. Porque tener unos fondos marinos ricos redunda en la llegada de más turistas y más visitantes para verlos. En otros lugares ya han perdido esta riqueza.

Ayer se sumergió en El Toro, ¿cómo fue la inmersión?

Muy bien, me ha encantado. He visto grupos muy grandes de meros, algo muy raro de ver al tratarse de una especie comercial muy buscada. Además, por su tamaño diría que tenían más de 25 años de edad, lo que es un indicio de que este mar es un lugar seguro para ellos. Soy botánica y también he visto especies nuevas que no había visto antes y unas praderas de algas que sirven de refugio para caballitos de mar y otras especies. Indudablemente este es un lugar para la esperanza (Hope Spots), una zona que puede contribuir a la recuperación de otras zonas marinas más degradadas.

¿El mar balear se convertirá en el segundo Punto para la Esperanza de Europa y el primero del Mediterráneo y de España?

Sí. Pero la iniciativa de los Hope Spots pretende incentivar a la población local a preservar estas zonas marinas. Una protección total implica un respaldo político y legal que hoy en día solo el 2% de las zonas protegidas del mundo lo tienen bajo diferentes figuras como reservas marinas, áreas marinas protegidas o santuarios marinos. No se trata de eso. Se trata de implicar a la población para conseguir crear estas zonas de refugio para que los animales puedan vivir y desarrollarse de forma tranquila. Si seguimos pescando como hasta ahora, nos quedaremos sin nada. Los científicos aseguran que desde los años cincuenta a esta parte, la mitad de la vida de los Océanos ha sido extraída. Esto demuestra lo poderosos que somos y que si continuamos, así a mediados de este siglo nos quedaremos sin nada.

¿Realmente ha encontrado al mar balear en buen estado? El Mediterráneo es uno de los mares más contaminados, padece una sobrepesca y, este verano, ha sufrido una marea de plásticos del norte de África...

Estos fenómenos ponen en evidencia lo que le está ocurriendo a los Océanos. Por eso es importante que haya áreas protegidas que resistan a estos cambios indeseables. Los Océanos no son solo un lugar para sacar alimentos y usarlos como basureros. Nos dan vida, la mayoría del oxígeno procede de ellos. Si creamos estos Puntos para la Esperanza estaremos creando centros de salud para el mar y seguros de vida para nosotros. Y no pedimos un cambio a nivel legislativo, sino a nivel del corazón.

En 1979 estableció el récord de inmersión sin conexión con la superficie al bajar hasta los 381 metros con un traje presurizado ¿Qué le impresionó más de esta experiencia?

Fue muy emocionante profundizar más de lo que había hecho antes, llegar hasta donde desaparece la luz y ver a esas criaturas bioluminiscentes. Estaba muy oscuro, sí. Pero al mismo tiempo parecía una galaxia de pequeñas y grandes criaturas que proyectaban su propia luz

Seis años después bajó hasta los mil metros con un sumergible. ¿Qué imagen le quedó de esa inmersión?

Fue un privilegio explorar el Océano desde esa perspectiva como científica, como testigo y también como observadora. De toda la población del mundo, ¿cuántas personas pueden hacer algo así? Me sentí como una niña, la verdad. Todo era maravilloso. Ver a esas criaturas en su contexto, criaturas que antes solo había visto porque habían sido atrapadas por una red, fue algo increíble. Al apagar la luz del submarino, me ví totalmente rodeada por esos seres con su propia iluminación. La mayor parte de la vida que existe en el planeta vive en las profundidades de los Océanos, cuya profundidad media es de 4 kilómetros y la máxima de 11.000 metros. Asimismo, la mayoría de los ecosistemas del planeta se encuentran por debajo de los mil metros de profundidad. Allí es donde está toda la acción, allí es donde ocurre todo. Poder visitar a esas criaturas y ver que son parte del mundo en el que vivo fue algo fascinante.

¿Qué le parece que se dediquen tantos recursos a explorar el espacio exterior y no se haga lo mismo con los Océanos?

Hemos invertido mucho en ir al espacio exterior y nos ha compensado con creces. Pero hemos dejado de lado la investigación de los Océanos y también lo hemos pagado con creces. No eliminaría las inversiones que se han hecho en aviación y para el desarrollo aeroespacial, pero al dejar de lado el Océano hemos perdido una oportunidad paralela de explorar el misterio del universo. Y hay un montón de respuestas que están dentro del Océano. De hecho, solo un 5% de su superficie ha sido explorada. El resto está sin explorar y esto es un error que hay que subsanar. Y al igual que la aviación y el espacio han sido el motor científico del siglo XX, el Océano podría serlo el del siglo XXI. Y todo lo que hemos invertido en tecnología nos puede ahora ayudar a entender qué ocurre en los Océanos y qué cambios están sufriendo. Este quizá sea el momento perfecto para hacerlo.

Un breve test. ¿Cuál es su animal marino preferido?

Es muy fácil: los seres humanos porque somos criaturas del mar. Nosotros dependemos del mar igual que depende un pez, un delfín o un arrecife de coral. Necesitamos el Océano para vivir y ahora el Océano nos necesita a nosotros.

¿Cuál considera el mejor lugar del mundo para bucear por la belleza de sus fondos y su biodiversidad ?

Casi cualquier lugar hace cincuenta años.

¿En qué momento sintió más miedo en el mar?

El momento en que he pasado más miedo al explorar los Océanos ha sido cuando me dirigía al mar en mi coche. Porque las autopistas son lugares extremadamente peligrosos y el Océano es un lugar muy seguro en el que estar.

¿Y en qué momento ha disfrutado más?

La jornada de buceo de hoy (en El Toro) está muy arriba en la lista de mis mejores experiencias. Este es un lugar mágico donde hay tanta historia, historia humana y del Océano unida, que es una fuente de inspiración. Y la verdad es que la gente de aquí es maravillosa porque le importa el mar. Y si hubiera más gente en el mundo que actuara como lo está haciendo la de aquí, la verdad es que el mundo sería un lugar muchísimo mejor, un lugar donde habría más esperanza tanto para los Océanos como para el futuro y la prosperidad de la Humanidad.

Es usted una niña de ochenta años que padece una adicción por el mar, ¿hasta cuándo va a seguir sumergiéndose?

El mar es como mi hogar. Mientras respire, bucearé.

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