"Si pudiera elegir, sin lugar a dudas que escogería este tipo de leucemia sobre cualquier otra. Hoy en día se curan aproximadamente el 95% de los casos. Las cosas han cambiado mucho. Cuando yo hacía la residencia, morían el 80% de los pacientes", confesaba el doctor Besalduch.

Los tratamientos actuales, explicó el especialista, se prolongan entre tres y cuatro meses y combinan la dosificación de ácido transretinoico, un derivado de la vitamina A, con pequeñas dosis de quimioterapia. "Y para los pacientes que no pueden recibir tratamiento de quimioterapia hay un método importado de China que usa trióxido de arsénico, lógicamente suministrado en cantidades ínfimas, con el ácido transretinoico", explicó el jefe del servicio de hematología del hospital de referencia.

A grandes rasgos, el enfermo que contrae este cáncer padece un desarreglo que pone en contacto al gen receptor de la vitamina K con otro gen de manera que produce unos promielocitos (una forma de glóbulos blancos) anormales. Este tipo de leucemia favorece una acumulación de estos promielocitos atípicos en la médula ósea y la sangre periférica, reemplazando los glóbulos normales y produciendo desórdenes en la coagulación, lo que provoca que las hemorragias cerebrales sigan siendo la mayor causa de mortalidad en esta enfermedad. "Con los tratamientos actuales el índice de supervivencia es muy elevado, salvo para los pacientes de edad avanzada", matizó Besalduch.