”La legislación laboral ha dejado de estar vigente”, sintetiza Aina Díaz con voz apagada. La abogada se confiesa decepcionada, harta, indignada. Aunque no derrotada. "”Se puede luchar, claro que sí, pero la situación es horrible. Vas a las conciliaciones y las empresas o no se presentan o les da igual. Hemos vuelto al siglo XIX. No hay normativa en vigor que valga: la oferta de trabajadores es tal que se abusa de ellos. Un ejemplo: hace unas semanas fui a denunciar en la policía un caso claro de mobbing a un trabajador. Su empresa, un desguace, le amenazó, insultó, pagó en negro y, cuando reclamó, primero le bajaron el sueldo, luego le pusieron a limpiar los baños del desguace, tarea que nada tenía que ver con su función, y después le sancionaron sin empleo ni sueldo. Me costó un rato que el policía aceptase tomar nota: 'Eso lo hace todo el mundo', dijo. ¡Un policía me dice que es normal un delito y que el trabajador ha de hacer lo que le dicen!"

De ahí su rebote. Aunque hay soluciones, coinciden tanto ella como Bueno y los sindicatos consultados. Para empezar, la inspección es clave. "Hoy está superada, es claramente insuficiente el número de inspectores", advierte el secretario de Acción Sindical de UGT, al que da solución el laboralista Jaime Bueno: “La flexibilidad normativa, por mucho que se diga, es grande. Además hay que resolver las deficiencias de la jurisdicción social [el propio Tribunal Superior reclama que se amplíe de cuatro a siete el número de juzgados de Lo Social en Palma] y creo que los propios sindicatos deberían tener funciones subsidiarias de inspección, y denunciar a las empresas cuando la inspección no llega”.