Dicen que la cara es el espejo del alma. Y la de Xavi Sastre al término del partido ante el Oviedo (80-57), con un sonrojante parcial de 21-8 en el primer cuarto, lo decía todo. Era el rostro de la impotencia, de la desesperación y de la rabia por el papel que había exhibido su equipo. "A veces hay que tomar decisiones", dijo en la sala de prensa. Tenía muy claro que iba a presentarle la dimisión al presidente Guillem Boscana. Pero no solo por la derrota en Oviedo.

Sastre ha sido víctima de una serie de acontecimientos que no ha podido frenar a lo largo de la temporada. Ha acusado en gran manera el desgaste de haber estado casi un lustro en el banquillo del equipo, con la exigencia, a veces exagerada, de meterse en el play off de ascenso a ACB. Sus declaraciones después de alguna de las sonadas derrotas de esta temporada no han gustado a los jugadores. Tras la debacle de Oviedo, sin decirlo abiertamente, dejó entrever una falta de actitud de sus hombres en la pista. Ayer solo Tomàs, Fornas y Costa, junto a su segundo Colino estuvieron presentes en su despedida.

También le ha faltado el apoyo de su presidente, por mucho que ayer se fundieran en un aparente sentido abrazo. A Sastre, aunque nunca se ha pronunciado, le han molestado los continuos tuits del hijo de Boscana, Juan Carlos, nombrado esta temporada coordinador de la cantera del Bahía San Agustín. "Ningún año había estado tan desilusionado. Una jornada más ha tocado la cara B", o "defensa en zona. Galarreta en pista, todo el mundo sabe el desenlace", escribió el 9 de diciembre tras perder el equipo ante el Azpeitia. Escritos que ya puso en práctica durante la etapa de Cepeda y Matías Cerdà y que el presidente no quiso o supo frenar.