Si la solvencia del Real Mallorca se midiera por sus jugadores extracomunitarios, su prima de riesgo estaría por las nubes y el club, al borde del rescate. Akihiro Ienaga, Joao Víctor, Gonzalo Castro y Edson Ramos ´Ratinho´. O lo que es lo mismo: escaso rendimiento deportivo y nula rentabilidad.

Pocas veces en su historia reciente el conjunto bermellón ha tenido una nómina de extracomunitarios tan poco aprovechable. Castro ha decidido volver a su mejor nivel la temporada en la que acaba contrato y se marchará sin dejar un euro en el club. Joao Víctor ha tenido las oportunidades suficientes como para demostrar que jamás puede volver a ser alineado como central y que difícilmente podrá superar la competencia de Martí, Pina y Tissone en el medio. Aki, sencillamente no cuenta para Joaquín Caparrós. Y Ratinho lleva meses varado en Brasil sin jugar a fútbol a la espera de regresar al Mallorca en diciembre.

A Llorenç Serra Ferrer se le debe revolver el estómago cada vez que hacer un regate a Castro. Con De Guzmán en el Villarreal, el uruguayo ha asumido al fin el protagonismo acorde a su calidad futbolística y a los casi cinco millones de euros que pagó el club hace cuatro temporadas. Fue una inversión a fondo perdido porque a partir de enero el talentoso zurdo podrá negociar su futuro con el club que desee.

El uruguayo ha resucitado de la mano de Caparrós, que le ha rehabilitado para el fútbol después de que la pasada temporada se paseara como alma en pena por los terrenos de juego. Su caché se devaluó al nivel de bono basura: él no pudo cumplir su deseo de marcharse a un grande y el Mallorca no pudo aliviar la tesorería con un cuantioso traspaso.

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