El Real Mallorca de Michael Laudrup se llevó ayer el Trofeo Ciutat de Palma al derrotar de forma totalmente merecida a un Atlético de Madrid que causó una muy pobre impresión. El equipo que puso en liza el técnico danés desde el primer minuto es el que tiene todos los números de comenzar la Liga ante el Real Madrid, salvo que Serra Ferrer se saque de la manga –que lo sacará– un conejo de la chistera. No tiene mucho más donde elegir Laudrup, la auténtica estrella de este nuevo Mallorca, como quedó acreditado en el acto de presentación, donde toda la muchachada suspiraba por inmortalizarse junto a una de las perlas del ´dream team´ del mítico Barcelona de Cruyff.

Con los mimbres de los que dispone, poco más se le puede pedir al nuevo responsable técnico del Mallorca. Tiene un equipo apañadito para presentar batalla a cualquiera, pero se antoja muy justito en un campeonato tan largo y siempre expuesto a sanciones y lesiones.

La defensa es prácticamente la misma que la temporada pasada, con la novedad de Cendrós por Mattioni en el lateral derecho. La zaga, con un Aouate que se ha convertido en el jugador más querido por la afición, da garantías, aunque Serra Ferrer tiene motivos para querer reforzar el lateral derecho. Cendrós, que la pasada temporada jugó cedido en el Tenerife, no es peor que Josemi, pero sí inferior a Mattioni, nuevo jugador del Espanyol por el capricho de su representante. Cumple en defensa, pero rara vez sube la banda, algo fundamental en el fútbol moderno.

El faro del centro del campo es De Guzmán. Sorprende su personalidad, su desparpajo en un futbolista de apenas 23 años. Puede ser el líder del equipo porque tiene madera para ello. Difícilmente pierde el balón, lo controla siempre con la vista puesta en el horizonte para pasar el esférico al compañero mejor situado. Desapareció en la segunda parte, pero el único fichaje hasta el momento parece todo un acierto.

La experiencia de Martí, la calidad de Castro –hasta ahora exhibida a cuentagotas– y el hambre de triunfo de Nsue conforman un centro del campo más que digno. El problema lo tiene Laudrup en la delantera. Enrich está demasiado verde para ser titular en un equipo de Primera. Apenas entra en juego, y cuando lo hace aporta muy poca cosa. Parece superado por la responsabilidad. Mientras que Víctor es un segundo punta. Nunca puede ser la referencia arriba.

Pues este Mallorca, el del concurso de acreedores, el expulsado de Europa por Platini y su tropa, fue netamente superior a un Atlético de Madrid que sólo reaccionó tímidamente cuando el partido estaba sentenciado tras el tercer gol rojillo, marcado por Webó. A pocos días de disputar la Supercopa de Europa al Inter de Benítez, el Atlético de Quique es el Atlético de siempre, irregular como ninguno, capaz de lo mejor y de lo peor

La pésima actuación de los rojiblancos –ayer de azul– no resta ningún mérito al triunfo del Mallorca, que se lo ganó a pulso. Tras lo visto ayer, parece que Laudrup se siente más cómodo llevando el control del partido, a diferencia de la pasada temporada con Manzano, letal al contragolpe. Quiere que sus jugadores toquen y toquen hasta aburrir al rival de turno. Durante muchos minutos de la primera parte fue así, con el Atlético detrás de la pelota, desconcertado ante el buen hacer del rival.

Los goles rojillos llegaron a balón parado. Nunes al saque de una falta de Martí y Nsue al lanzamiento de un córner, de nuevo de las botas del mallorquín. Ya en la segunda parte, Webó marcó el tercero tras una gran jugada de Nsue, posiblemente el mejor del partido. Indiscutible para Laudrup, al canterano al fin le ha llegado su hora.

Ya sea por la multitud de cambios o porque se relajaron, a los rojillos se les complicó el partido de tal manera que estuvieron muy cerca de llegar a los penaltis. Aouate, en el tiempo añadido, evitó que Diego Costa, por quien suspira Serra Ferrer, igualara el partido a tres. Una hora necesitó el Atlético para demostrar que no había venido a pasearse. Mérida acortó distancias en un error de marcaje y dio alas a su equipo, que definitivamente se hizo con el mando del partido. Agüero, que tras el descanso entró por Salvio, puso la emoción a nueve minutos del final. Pero el Mallorca aguantó el chaparrón. Hubiera sido inmerecido que los de Laudrup no levantaran el trofeo. Buscaron la victoria desde el primer minuto, y siempre dieron la impresión de saber a lo que jugaban. Todo lo contrario que su rival, que se movió a impulsos.

El estilo Laudrup empieza a cobrar forma. Con algún refuerzo más, que debe llegar, este Mallorca está destinado a dar guerra. Serra Ferrer, que de esto sabe un rato, tiene una fe ciega en el técnico y la plantilla. Ayer le dieron la razón. Este equipo sabe dar la cara.

MALLORCA 3: Aouate; Cendrós, Ramis (Rubén, m.46), Nunes, Ayoze; Martí; Nsue (Corrales, m.70), Castro (Keita, m.61), De Guzmán (Pina, m.91); Víctor (Pereira, m.46) y Enrich (Webó, m.46)..

ATLÉTICO DE MADRID 2: De Gea; Ujfalusi, Perea, Godín, A. López (Filipe, m.46); Raúl García, Camacho (Mario Suárez, m.46), Mérida, Reyes (Diego Costa, m.72), Salvio (Agüero, m.46) y Jurado (Simao, m.64).

GOLES:1-0 Nunes remata de cabeza un saque de falta de Martí (m. 17). 2-0 Nsue remata un saque de esquina de Martí. 3-0 Webó a pase de Nsue (m.50). 3-1 Mérida (m.60). 3-2 Agüero (m.82).

ARBITRO: Sureda Cuenca (Comité Balear). Tarjeta amarilla a Godín (m.57) y Camacho (m.64).

INCIDENCIAS: 12.500 espectadores en Son Moix. Se guardó un minuto de silencio por el bombero Alejandro Ribas.