Cada técnico habrá sacado sus conclusiones, pero el espectador no tiene aún conocimiento de causa para evaluar las opciones del Mallorca o la del Atlético, salvo aquellas lagunas que exceden su condición para convertirse en lagos evidentes.

Más pendientes del equipo local, como no puede ser de otra manera, pasamos por alto la reiteración de errores en la zaga madrileña, que no ha aprobado una de sus asignaturas pendientes: la defensa a balón parado. En su zona ancha peca de Jurado dependencia, aunque ese es un defecto que, seguramente, Quique Sánchez Flores corregirá fácilmente sobre la marcha.

En cuanto al Mallorca es obvio que tiene aún carencias importantes y deberá suplirlas con refuerzos antes que con variantes. El gozne derecho de su retaguardia chirría notablemente, falta conexión en el centro del campo donde De Guzmán, buen primer toque y no tanto el segundo, no es la única solución y, sobre todo, canta en ataque, ya que echa en falta no sólo a un delantero sino tal vez incluso a dos. El fútbol está sometido a tal cantidad de imprevistos que, en la medida de las posibilidades de cada uno, conviene estar preparado para la mayor cantidad posible de contingencias.

Aún sin caer en la tentación de valorar las individualidades, es digno de mención el buen partido de Nsue que palió con su tesón y acierto la escasa implicación de Castro y el nerviosismo del hasta ahora único fichaje de la temporada.

Laudrup ha sentado las bases y, a primera vista, su equipo intuye a lo que tiene que jugar con independencia de la calidad y el rendimiento puntual de sus mimbres. Hay esquema y también esqueleto, aunque falta definir lo más importante: su columna vertebral. Algún otro ensayo antes de que suba el telón, fichajes aparte, es imprescindible.