Se acerca el final de la Liga con mucho por decidir y los nervios están a flor de piel. A falta de un partido para cerrar la jornada, ni más ni menos que 10 jugadores han visto la tarjeta roja, mientras las cábalas y las polémicas se multiplican.

Una de las anécdotas menos ejemplares la protagonizaron dos compañeros de equipo, Aduriz y Keita, del Mallorca, que llegaron a las manos este domingo sobre el mismo césped de Son Moix cuando el encuentro todavía no había acabado.

Para el asombro de sus propios compañeros, de los jugadores rivales y de todos los espectadores que ayer asistieron a Son Moix, los dos delanteros del Mallorca se enzarzaron en una discusión que sobrepasó todos los límites.

Apenas quedaban segundos para el final del partido. El balón estaba en juego. Pero Aduriz todavía tenía en mente la acción anterior cuando el africano prefirió abusar de la posesión del balón antes que pasarla en la última jugada ofensiva del choque para los rojillos. Hacía un minuto que él mismo había conseguido el empate en una jugada a la desesperada que permitió salvar un punto. El vasco, visiblemente enfadado y nervioso, le recriminó enérgicamente a Keita su egoísmo. Julio Álvarez, que estaba a pocos metros de ambos, se vio obligado a intervenir y separar a sus compañeros. No obstante, no pudo evitar un fuerte empujón que sentó muy mal a Keita.

En aquel momento el Málaga forzó un córner. Y en esa pequeña pausa que se produjo, justo en el último lance del partido, la cosa fue a mayores. Los dos futbolistas siguieron con su discusión y fue el africano el que le propinó un bofetón, con arañazo incluido en la cara, al donostiarra. Se cogieron de las manos y se enredaron en una esperpéntica pelea tan inédita como injustificable. Sus compañeros no sabían qué hacer. No es habitual encontrarse ante situaciones así, sobre todo en el caso de dos profesionales del mismo equipo. Los ojos de los aficionados alucinaban ante lo que estaban viendo.

El pitido final de Mejuto González no tranquilizó los ánimos. Todo lo contrario. La bronca continuó en el interior del vestuario de Son Moix. No por mucho tiempo, aunque se vivió un momento especialmente tenso. De hecho, ni siquiera hacía un cuarto de hora que había concluido el choque, y Aduriz abandonó el estadio a toda velocidad junto a su pareja.