Hay que reconocerlo; Es Baluard viene esforzándose desde hace unos años para ofrecer una programación expositiva variada. Sí, hay que reconocer el mérito de promover proyectos basados en investigaciones propias o en colaboración con jóvenes artistas, comisarios y demás agentes culturales. Es claramente positivo contar con un museo de tan evidente vocación social, arraigado en la comunidad que lo acoge y abierto a la vez al exterior. Es verdad, es de justicia admitir la capacidad de Es Baluard para definir una línea de trabajo muy respetable mediante la optimización máxima de sus recursos que, como bien sabemos, en cultura son hirientemente escasos. Ahora bien, a veces no todos los proyectos nacidos en el seno de este centro museístico activo y dinámico se materializan en buenos resultados.

La exposición Ibiza-Mallorca: años 50-90. Primera parte, Don Kunkel y su contexto, visible en el espacio "Gabinete" del museo, es un ejemplo de ello. La muestra propone, cómo no, "repensar" la historiografía artística de las Baleares. En este intento un tanto cansino y tremendamente ambicioso de reinterpretar la historia del arte, común en demasiados de los comisarios actuales, la muestra plantea a Don Kunkel como excusa para tratar los movimientos culturales de la época aunque poco o nada tuvieran que ver directamente con el norteamericano.

Se entiende que Es Baluard haya elegido a Don Kunkel como artista nuclear de la muestra para promocionar la reciente incorporación de obra suya a su colección gracias al acuerdo de depósito con el MACBA, pero intentar vertebrar todo un discurso historiográfico de los colectivos artísticos de Ibiza y Mallorca de la segunda mitad del siglo XX haciendo del norteamericano la figura aglutinante no tiene demasiado sentido.

La muestra es de esas que necesita apoyo textual para intentar encontrar cierta coherencia discursiva. El problema es que en esta voluntad por justificar y explicar la exposición, el museo pone a disposición del visitante hasta tres textos diferentes (dos de ellos considerablemente largos) cuya lectura ocupa más tiempo que el propiamente empleado en recorrer la muestra. Lamentablemente ni el arsenal conceptual de los tres textos logra justificar la idea de la exposición; hubiera sido mucho más lógico una muestra con un título menos grandilocuente y más realista con los elementos museables disponibles, centrada básicamente en la figura de Kunkel. De hecho, este pretendido "contexto" del artista que la exposición quiere reflejar, está únicamente presente a través de un batiburrillo de vídeos de programas antiguos de televisión (muy entretenidos de ver, eso sí), y la elección demasiado forzada de los trabajos de Frank el Punto, Tur Costa y Erwin Bechtold, cuya similitud con los de Kunkel radica en el uso del lenguaje abstracto sin tener en cuenta la naturaleza tremendamente diferente de los estilos de estos cuatro artistas más allá de la coincidencia de hacer no figuración en las islas en una época en la que por otra parte ésta era una opción muy extendida.

En fin, sin sin desmerecer la buena voluntad del equipo de investigación, no se entiende de qué manera se ha repensado la historiografía artística de las islas ni la aportación conceptual que se extrae de una muestra que si hubiera partido de un planteamiento más modesto podría haber dado algo más de sí. Otra vez será.