Quedan pocos minutos para que el vuelo procedente de Rabat tocase tierra. Pero desde la torre de control informaron de que se tenía que interrumpir. El motivo era una pelea a bordo. Todo porque una pasajera quería ir al baño poco antes del aterrizaje. No aceptó el no por respuesta y comenzó a agredir a la tripulación.

Entre tanto caos, consiguieron reducirla y atarla al asiento para continuar con la maniobra. Una situación que, sin embargo, es cada vez más habitual. Pasajeros problemáticos que en ocasiones comprometen los vuelos.